Andalucía como sucursal

No deja de decepcionar los primeros planos de los políticos de la capital decidiendo sobre cuestiones nuestras

De todo lo que rodea a la designación del nuevo presidente de la Junta de Andalucía por el Parlamento andaluz, y pese a todos los recelos que están provocando los intereses particulares que manejan unos y otros, lo que menos me gusta es el protagonismo que han asumido en las negociaciones los políticos de Madrid, como si los de aquí fueran unos simples subordinados a la espera de instrucciones de los de allí para saber las consejerías que habrán de acoger, con quién tienen qué hablar o qué mensaje tienen que transmitir.

Ni siquiera la incomodidad calculada (hasta el milímetro, al punto de caerse) de Ciudadanos en su (no) trato con Vox ni la sobreactuación de éstos a cuenta del apoyo programático de los otros dos partidos a las políticas de género me sugieren especial temor: en política, cada uno va a lo suyo con la vista puesta en el medio plazo, que ahora no tiene otro término que ese último domingo de mayo donde, entonces sí, todos se juegan el verdadero partido. Por muchas líneas rojas que tracen unos y otros, aquí la única línea roja que vale es el cambio de Gobierno en Andalucía, y eso lo tienen muy claro los tres, de ahí mi confianza en un desenlace cercano.

Pero no deja de decepcionar un poco los primeros planos de los políticos de la capital opinando en los medios y decidiendo sobre cuestiones nuestras. Uno ve a ese Teodoro García Egea entrando en el Hospital de las Cinco Llagas para reunirse y le recuerda a esos abogados tan peinados y trajeados que vienen a los juzgados directos del AVE. Y casi lo mismo cuando vemos cada noche en la televisión a Juan Carlos Girauta ante el cartel naranja de Ciudadanos, tan serio, dirigiendo la negociación como si aquí nadie tuviese algo que decir. Si dicen que cuando Juan Marín llamó al ex juez Serrano para darle explicaciones sobre su extraña reunión con los Unidos Podemos, ¡el otro le dijo que llamara mejor a Ortega Smith!

Parece que la semana que viene posiblemente haya nuevo presidente, y éste tendrá que formar el Consejo de Gobierno, y por lo que se lee estos días en la prensa sobre el asunto, salvo catástrofe, todo está bastante avanzado. Y entonces será el momento de ponerse a trabajar y demostrar de verdad que hay otra manera de gobernar la Comunidad. Pero desde Andalucía y para Andalucía. ¿O esto también se tiene que negociar en los reservados enmoquetados de los restaurantes de Madrid?

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