EL personaje sobre el que hoy voy a relatarles novedades protagoniza un eterno debate -igual de imperecedera que es ella-, acerca de su perpetuidad como protagonista, desde hace sesenta años, de nuestra información social. Según algunos debiera retirarse, según otros se ha convertido en una sombra del pasado, según la propia interesada, mientras pueda responder a sus compromisos con los empresarios y se sienta sexy, igual que el mítico general George Custer, permanecerá hasta el final, en su caso, "con los tacones puestos".

Cumplidos los ochenta, a Sara Montiel le sobran presentaciones y le faltará seguro tiempo para hacer todo lo que quisiera hacer. Y eso que no desaprovecha ni un minuto, razón por la que, a pesar del esguince que sufrió recientemente, cumple a rajatabla los ensayos de su espectáculo, "Sara Montiel en persona", que estrenará después de verano en Barcelona y con el que se embarcará en una gira por diversas ciudades españolas antes de recalar, allá por noviembre o diciembre, en Madrid.

Ahí queda eso. Imbatible, incansable, irrepetible, Saritísima me explica la ilusión que le hace eso de volver a los escenarios con un "show" donde contará con un ballet de Nueva York y un par de intérpretes masculinos americanos aún por determinar. "Cantaré lo que la gente me pida aunque de cuplés sólo hago un popurri", me explica la estrella aclarándome que, como es natural, los tres maravillosos trajes que se pondrá -uno por bloque- y que ha encargado en Italia, son de riguroso estreno.

Para sorpresa del respetable, la de Campo de Criptana piensa, además, marcarse hasta un tango y todo porque, gracias a Dios, de lo de su caída se encuentra casi recuperada por completo. "Estaba en la habitación de un hotel, me levanté de la cama y, al buscar la zapatilla, se me fue el pie. Creí que me lo había roto", me explica aclarándome que, entre el gimnasio al que va cada día, y la bicicleta aerostática que se ha comprado para casa, ya está en plena forma. Igual que los toreros, ella está hecha de una pasta especial.