Tribuna

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Al-Andalus: mito, realidad y fábula

HACE casi cincuenta años, el sacerdote y doctor en Historia, recientemente fallecido, Rafael Jiménez Pedrajas, con la constancia y severidad de su método de investigación, sacó a la luz una publicación que en muy poco tiempo se convirtió en un texto clásico sobre la materia. Su extenso trabajo lleva por título Las relaciones entre cristianos y musulmanes en Córdoba, sustentado en fuentes históricas cristianas. De seguida, fue aceptado e integrado en los textos de los historiadores más conspicuos de la alta Edad Media. El lector de estas líneas podrá comprobarlo en el primer volumen de la tan apreciada Historia de Andalucía que Editorial Planeta puso en el mercado en 1980 a raíz de la creación de las autonomías españolas tras la promulgación de la Constitución Española. Años después, y partiendo de textos árabes, Leopoldo Peñarroja Torrejón avanzó en el conocimiento de aquellas difíciles relaciones, descritas por Jiménez Pedrajas, con su obra Cristianos bajo el Islam (Gredos 1993).

Aquel proceso de conocimiento científico de la sociedad islámica cordobesa en los siglos IX y X quedó trufado al entrar en ese campo la demagogia andalucista con su patrono Blas Infante junto al aprovechado socialismo que quiso arrebatar a los primeros unos signos que podrían ser distintivos de la autonomía andaluza. Fueron los políticos los que, quizás de un modo irreflexivo, trasladaron a la sociedad el mito de un Al-Ándalus inexistente al que le han sacado un nefasto provecho con ser un asunto tan delicado.

El profesor Serafín Fanjul ha puesto toda su sabiduría y trabajo desde su cátedra madrileña para intentar reconducir, exclusivamente desde el campo de la historia y de la literatura árabes, la comprensión exacta de las relaciones entre judíos, cristianos y musulmanes en la España medieval y contemporánea. Da la impresión, no obstante, de que la ciencia se ha estrellado contra el mito, puesto que mientras la primera ha quedado recluida en las aulas y en los libros, el mito ha gozado de la privilegiada difusión televisiva y de la prensa políticamente correcta, además de los pobres e insípidos discursos de nuestros políticos. En alguna ocasión, nosotros mismos hemos recriminado a la ahora triste y desventurada Rosa Aguilar sus afirmaciones sobre la tolerancia en la ciudad de las tres culturas. Que ni hubo tolerancia ni fueron tres culturas.

Estos precedentes vienen a llamar la atención sobre la obra que ha merecido en 2008 el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, titulada Inexistente Al-Ándalus. De cómo los intelectuales reinventan el Islam (Oviedo 2008). Se aprecia que en el entretanto de la demagogia andalucista y socialista, la corriente del mito, según advierte la doctora Rosa María Rodríguez Magda, ha alcanzado también a los llamados intelectuales. Se trata de un estudio en que declara que "Al-Ándalus se ha convertido en un término que responde a un pensamiento correcto y satisfecho: fetiche para intelectuales antiimperialistas, tópico literario, atracción para amantes del exotismo cercano, recurso para políticos faltos de imaginación, edulcorado modelo de diálogo de civilizaciones". Sus 192 páginas no tienen desperdicio para quien no quiera jugar con la Historia, compartir la manipulación de la política actual o reinventar un mundo medieval, cuya realidad supera con mucho al mito y la fábula. ¿Han oído hablar alguna vez, por ejemplo, de la pederastia de Abd al-Rahmán III y de la muerte del niño Pelayo? ¿Han leído acaso a Ibn Hazam cuando dice que el primer califa abusó de sus súbditos, se entregó cínicamente a los placeres, castigó con crueldad a sus súbditos hasta la efusión de sangre y colgó a los hijos de los negros en la noria de su palacio a modo de arcaduces para sacar agua? Para la cultura políticamente correcta de hoy, Abd al-Rahmán III sólo fue el glorioso califa que levantó la ciudad palatina de Medina Azahara. Y se quedan tan panchos.

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