Crónica Personal

Agárrense, que vienen curvas

Nos esperan meses problemáticos, angustiosos. Con la duda de saber si estamos en las mejores manos

Hemos sufrido temperaturas jamás conocidas hasta ahora, que han provocado centenares de muertes al agravar enfermedades respiratorias y vasculares según los médicos. Hemos sufrido una sequía, que en algunos puntos ha obligado a restricciones de agua, y lluvias torrenciales como las de Tarragona y Canarias que han causado destrozos que no se arreglan en 24 horas, y acaba de empezar un otoño que nos pilla con una crisis energética de gravedad extrema. Por la guerra de Rusia y Ucrania, pero también porque no acaba de estar muy claro que las decisiones que se han tomado sean las más efectivas.

El Gobierno rechaza recurrir a la energía nuclear como hacen otros países, las empresas que se surten del gas argelino están temblando por la posibilidad de que su gobierno aplique los contratos firmados cambiando plazos y precios, y encima no parecen muy eficaces las medidas centradas en prohibir más que en educar a los ciudadanos en el ahorro. Y que cada uno tome sus propias decisiones en función de sus circunstancias.

Pintan bastos, diría un castizo, como diría también que hay que agarrarse que vienen curvas. Curvas de las que nos dejan maltrechos, y con los bolsillos en un estado deplorable por la inflación, hipotecas, recibos y cesta de la compra, y eso conduce a que baje el empleo.

El Gobierno promete ayudas, pero no es un alivio. El acceso a esas ayudas obliga a sortear imposibles tramas burocráticas. Se nota que no hay un solo miembro del Gobierno que se haya tomado la molestia de intentar por sí mismo, sin secretarias ni telefonazos, gestionar cualquier tipo de operación relacionada con la administración pública. Es imposible conseguir una cita previa porque los teléfonos no los coge nadie y en internet, quien sabe utilizarlo, se encuentra con el mensaje de que no hay disponibilidad para dar citas.

Todos los días aparecen noticias que advierten que las famosas ayudas para la vivienda, bonos de transporte, libros de texto o Renfe solo las consiguen algunos privilegiados que han podido tramitarlas porque disponen del tiempo necesario para hacer colas, acudir a varios lugares y cargarse de paciencia. Por no mencionar las zonas catastróficas, donde hay personas que llevan años esperando las ayudas prometidas. Sin ir más lejos, La Palma, donde quedan centenares de familias sin que vean resuelto el problema de sus viviendas. Y no es solo las altas temperaturas volcánica o gases, en el cabildo explican que algunas de los planes de ayuda han sido rechazadas por instancias superiores.

Nos esperan meses problemáticos, angustiosos. Con la duda de saber si estamos en las mejores manos.

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