Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Aeropuerto 08

HA llegado suave, silencioso, igual que septiembre. Es el ATR 42, el primer avión de pasajeros, de la compañía andaluza Flysur, que ha salido desde Córdoba con destino a Vigo. Córdoba, por fin, tiene aeropuerto, o por fin se ha decidido a usarlo. En esta vida a veces se tienen muchas cosas pero se usan muy poco, o en realidad no se usan, quizá por la desidia acostumbrada a la que sometemos lo posible. El aeropuerto de Córdoba, y su buen funcionamiento como enclave del transporte aéreo de pasajeros, durante muchos años ha sido lo posible. Sin embargo, anteayer, se convirtió en lo real, en lo efectivo, en una verdad objetiva, cuando el avión ATR 43 despegó en Córdoba, a las 10:48, para aterrizar después en Vigo a las 12:47, justo a tiempo para el fino, para la caña o para el albariño. Se trata de un trayecto inaugural, sin incidencias, lo que también es noticia. Ahora, Barcelona estará más cerca, y también Vigo y Bilbao, con lo que el tráfico de Córdoba, especialmente el aéreo, superará distancias ancestrales e históricas.

A esta gente de Flysur, al personal del aeropuerto, al de a bordo, a los pilotos, hasta al consejero-delegado, Eduardo Gavilán, que se hizo el vuelo, hay que desearle buena suerte. Vivimos en una ciudad que es capaz de lo mejor muy pocas veces, que vive en contradicción permanente consigo misma, en una lucha intestina y torrencial contra su propia esencia, porque siempre bascula en lo impreciso: entre lo que se podría hacer, y lo que realmente se hace. Lo de las mil tabernas y una sola librería tiene una razón de peso: en Córdoba, quizá por carácter, por exceso de melancolía o por hastío milenario, se habla mucho y se hace poco. Se comenta todo, se comenta muchísimo, pero las iniciativas, los proyectos, se dejan para luego o directamente se apartan. Siempre se confía no en hacer la Córdoba soñada, sino en que nos la hagan otros, y por eso todo empeño es sacado adelante con dolor, con energía profusa, con ese despilfarro de ilusión que es imprescindible. Se gasta más energía en enjuiciar lo que unos pocos hacen que en elevarse al carro y apostar. En Córdoba, las apuestas son vistas con mal ojo, puestas en entredicho, analizadas con críticas tajantes. En Córdoba, si por algunos de sus hijos fuera, no se haría nada nunca para poder continuar diciendo que en Córdoba nadie hace nada; sin embargo, si alguien lo intenta, será atacado con el máximo rigor.

Por esto, este vuelo primero, el recordado para las hemerotecas TLY2904, tiene un significado más profundo, porque simboliza la superación de esa distancia atávica entre el deseo indolente y su consumación. Que sean muchos más vuelos, que Córdoba se suba a su aeropuerto como una plataforma lanzada hacia el futuro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios