Acato, pero no comprendo

En Corea del Sur, sin confinamiento, pero con prevención y pruebas masivas, el éxito ha sido pleno

Era costumbre de la vieja España, si llegaba una orden regia de imposible ejecución, que el mandatario receptor, tras ponerse el documento sobre la cabeza en señal de obediencia y respeto, pronunciara la famosa fórmula de "se acata, pero no se cumple". En las presentes y dramáticas circunstancias del país no seré yo quien propugne la actualización del adagio, pero espero que no se considere demasiado antipatriótico por quienes hasta anteayer se empeñaban en negar la realidad de la pandemia, que muestre aquí algunas dudas sobre la eficacia y bondad del brutal y ruinoso confinamiento, lleno por otra parte de agujeros que minan su utilidad, al que está siendo sometida la inmensa mayoría de la población.

Soy consciente de que esta medida ha sido recomendada por expertos -quizá los mismos que hace diez días nos decían que aquí no iba a pasar nada-, pero la misión de los gobernantes debiera ser la de modular las pretensiones siempre excesivas de los especialistas de cualquier ramo con el buen sentido. No sé si se ha pensado en el efecto sobre la salud mental y física de los enfermos crónicos, de sus cuidadores, de los niños recluidos durante días interminables, de sus padres..., sin luz ni aire, a menudo en pisitos estrechos, con un patio interior por toda perspectiva. Y no sé si no se hubiera podido articular un sistema flexible que hubiera permitido, al menos cada dos días durante una hora, salir a paseos amplios, parques o jardines, a la playa donde la hay, por turnos horarios, guardando distancia, bajo normas estrictas y exigiendo su cumplimiento. Y de la misma forma, abrir las tiendas un par de días en semana, paliando la ruina. La epidemia tardará en remitir, no se verán resultados inmediatos a tanto sacrificio y, sin espitas, la gente, que está dando un gran ejemplo cívico pero sufriendo atrozmente, empezará a relajarse. Podremos quizá entonces encontrarnos en una situación aún más difícil, cuya responsabilidad será una vez más de quienes llevan semanas dando palos de ciego y contradiciéndose sin el menor rubor.

El Gobierno se ha limitado a copiar lo que mal funcionó en China -me asombra que se juzgue tan benévolamente su gestión a pesar de las cifras de afectados y fallecidos- y está fracasando en Italia. Sin embargo, en Corea del Sur, sin confinamiento, pero con prevención y pruebas masivas, el éxito ha sido pleno. La idiosincrasia y las circunstancias de cada pueblo deberían tenerse en cuenta en esta lucha que no podemos perder.

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