Pues yo sí, yo me voy me vacaciones. No voy a seguir el ejemplo de Cifuentes. No considero que las vacaciones sean una opción voluntaria, más bien, considero que es una obligación personal y colectiva. Es mejor que las personas que nos rodean en el trabajo nos echen de menos antes que nos echen de más. Os diré lo que voy a hacer: levantarme cuando se me acabe el sueño, desayunar sin prisa, hacer deporte y practicar con vocación la mulicie cuando me apetezca, comer y beber sin temer la modorra o la resaca del día siguiente, hacer algún viaje, ver amigos y familia sin prisas, leer, ver pelis antiguas, acariciar y besar en horario de oficina y perder todo el tiempo que quiera, ser felizmente improductiva, sin dedicar un solo minuto a recuperar trabajo atrasado ni planificar el venidero.

Ojalá todos los dirigentes políticos, personalidades y famosos se dedicasen a hacer lo contrario que la hormiguita Cifuentes y defendiesen sus vacaciones como mucho más que un derecho histórico o un beneficio para la salud o la creatividad. Ojalá que la protejan como una trinchera frente a la ofensiva productivista. Para defendernos de la "ética del trabajo" de la presidenta madrileña, nos vemos obligados a defender las vacaciones con argumentos de derecho laboral, de conquista obrera, de salud, porque el descanso disminuye enfermedades, por supuesto económicos -la industria turística necesita gente de vacaciones- y, cómo no, productivistas: hay investigaciones que demuestran que el trabajador que disfruta vacaciones es más productivo que el que no, pues vuelve con más creatividad, ganas y fuerzas renovadas. Y tal y tal. Me niego a vivir mis vacaciones con discreción dando a entender que estoy de vacaciones pero sin pasarme, descansando un poco, pero sólo, para volver con más energía. Ni hablar.

Me voy con Herta Müller y su Mi patria era una semilla de manzana, con Josep Borrell y Los idus de Octubre, con los Perros que duermen de Juan Madrid, con mi admirada Empar Fernández y su Maldita verdad y con el Soldado Asimétrico de mi amigo Antonio Manuel. Mientras, procrastinaré el estrés en un incomparable entorno, el mismo que usaron los fauvistas para tintar de intensos colores las obras que abrirían el camino al impresionismo. Cerraré Facebook, Twitter, las notificaciones de Google. Sólo me quedaré con el Spotyfy para que le ponga banda sonora a mi merecido descanso. Nos vemos en septiembre.

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