Esta semana se nos ha ido el dueño del Caballo Rojo, con noventa años que tenía ya el hombre. Un cordobés de los pies a la cabeza, que no tuve el gusto de conocer porque la verdad es que nunca he entrado en su restaurante, que con lo mío no me llega para eso, ojalá. Pero todo el mundo que ha ido me ha dicho que se come de maravilla y que además haciendo comida cordobesa de verdad, que por lo visto hace recetas de toda la vida para que no se pierdan.

Yo lo vi por la calle unas cuantas veces pero nunca me dio por ir a saludarlo, no sé, como que me daba demasiado respeto, y eso que yo en esas cosas siempre he sido de lo más lanzado, pero que nunca cuadró la cosa. La verdad es que ese hombre ha hecho mucho por nuestra Córdoba bendita, que yo sé de mucha gente que ha venido nada más que por comer en el Caballo Rojo, eso es así, que no estoy exagerando en nada. Un amigo del barrio dice que hacen el mejor salmorejo que ha probado en su vida, y eso es difícil, que en Córdoba tenemos diez mil especialistas de salmorejo y puede que me quede corto. Mi madre hacía uno de chuparse los dedos, que yo hacía una fiesta cada vez que lo veía encima de la mesa, y si ya había tortilla de patatas al lado es que me volvía loco, pero loco, lo que yo les diga. Mi hermana también ha heredado esa mano, la verdad, y le sale casi igual, que una vez le mandé un bote a Soraya y casi se le saltan las lágrimas de lo que le gustó.

Lo que no me está gustando nada, pero nada, es lo que está pasando con nuestro equipo, y no solo hablo de la clasificación que tenemos, que también. Vendiéndolo como si fuera un mercadillo, vaya tela marinera, quién nos ha visto y quién nos ve, que no nos podíamos esperar una cosa así. Y lo peor es que lo estamos permitiendo, lo mismo que le permitimos lo de los vídeos y todas las tonterías que ha hecho en estos años. Esa es la diferencia entre unos y otros, al del Caballo Rojo se le recordará, por todo lo bueno que hizo, y a este hombre lo recordaremos porque nos habría gustado no haberlo conocido nunca, y esa es la única verdad. Y ya sé que lo del fútbol es un negocio, lo sé, pero que negocien con otros equipos y no con mi Córdoba, que no se lo merece. En fin, que aunque no sea tiempo de salmorejo, a lo mejor le pido a mi hermana que haga un poquito nada más que por recordar a este hombre y por quitarme el mal sabor de boca que tengo estos días.

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