Análisis

rogelio rodríguez

Las urnas desvelaron el engaño

Horas después de engullir la hiel de una victoria pírrica, Sánchez capitulaba

El tiempo es una ilusión" (Albert Einstein). Lo sabe Albert Rivera, que en seis meses de avidez y torpezas pasó de la esperanza al fracaso y en sólo una semana ya engrosa el amplio estómago del olvido. La política es severa, vaporosa y también tornadiza, como son los pueblos cuando, caídos en el desaliento, desconfían de sus líderes y atienden el bullicio de las vísceras. Mientras unos deben pagar de inmediato sus yerros y pasar al ostracismo, a otros se les otorga indulgencia, aunque sus pecados sean perversos y trascendentes. Como la mentira en boca de un presidente. Las palabras que Pedro Sánchez pronunció en sus mítines durante la reciente campaña electoral son su propio testimonio de cargo: "Os imagináis, amigos -dijo-, esta crisis en Cataluña, con la mitad del Gobierno defendiendo la Constitución y la otra mitad del Gobierno, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos y defendiendo el derecho a la autodeterminación. ¿Dónde estaría España, dónde estaría la izquierda?".

Se equivocaron cuantos creyeron que la convocatoria del 10-N obedecía a la ejemplar negativa del líder socialista a ceder parcelas de Gobierno a la izquierda antisistema e infames concesiones al nacionalismo separatista. Pedro Sánchez demostró el pasado lunes que su responsable versión electoral era otra patraña. Utilizó la ortodoxia para recabar votos creyentes en el régimen del 78, pero sólo pretendía colmar su ambición, enardecido por un presumible éxito en las urnas, según los engañosos vaticinios de su incondicional sanedrín. El resultado desveló la impostura y al impostor. Horas después de engullir la hiel de una victoria pírrica, más endeble que la del 28-A, Sánchez capitulaba, y con él el PSOE, abrazado a su más encarnizado adversario, Pablo Iglesias, el político del que menos decía fiarse, el dirigente que defiende el derecho a la autodeterminación, que apoya el indulto a los condenados por sedición y malversación y que blande el republicanismo frente a la monarquía parlamentaria. El dirigente populista que no hace tanto afirmaba voz en grito que "la clave del poder no está en las instituciones; está en nuestras pelotas, está en la calle…" será -si los independentistas aceptan el botín que se les ofrezca- vicepresidente del Gobierno, al que llega con un ajuar de 35 escaños, el peor resultado de UP desde su fundación, 7 menos que en abril y 36 menos que en 2016.

Sánchez abrazó a Iglesias sin respetar el reglamento poselectoral y sin informar a la Ejecutiva del PSOE, ayer crucial y hoy vasalla, con la que se reunió poco después de sellar un acuerdo de mínimos con Podemos. Y lo hizo mientras el Parlamento catalán ratificaba su objetivo secesionista, los insurrectos bloqueaban La Junquera con total impunidad y los Reyes estaban en Cuba, en una visita oficial tan memorable, al ser la primera que realiza la Corona al país hermano en 500 años, como sospechosa de responder a la oscura estrategia que traza el inquilino de La Moncloa y su reducido cortejo.

Felipe González dice tener un sentimiento de "orfandad representativa". ¿Sólo eso? Los demás contemporizan. Estremecedor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios