francisco ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

La república más corta de la historia

Nada ha tenido tanto efecto en Puigdemont como las decisiones de los agentes económicos

Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado en forma de república", proclamaba Puigdemont el lunes a las 19:35 ante el pleno del Parlamento de Cataluña. A las 19:37 suspendía la anterior proclamación ("propongo que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que las próximas semanas emprendamos el diálogo"). Una república que no llegó a tener ni dos minutos de existencia. En ese breve periodo, los futuros del Íbex, que habían caído hasta los 10.104 puntos, subieron un 2,2%, hasta 10.377. "Los mercados" fueron tan sensibles a la declaración de independencia y a su suspensión, como lo fue Puigdemont al comportamiento de "los mercados" en los últimos días, que pasó de anticipar la independencia el 1-O a lo anteriormente comentado como consecuencia fundamental de la deserción de los grandes bancos y empresas, de la caída del turismo y las reservas y del desvío del ahorro de miles de catalanes a instituciones financieras fuera de Cataluña.

Ni los millares de artículos que han reflexionado sobre las mentiras sobre las que se basa la opción independentista, la ilegalidad del proceso separatista y las previsibles negativas consecuencias para Cataluña, ni la falta de apoyo internacional, ni las multitudinarias manifestaciones ciudadanas contra el proceso independentista en Barcelona y otras ciudades españolas han tenido tanto efecto en el presidente de la Generalitat y en buena parte de la masa social independentista como los "hechos reales", las decisiones de los agentes económicos. Sí, "¡es la economía, estúpido!".

Los hechos económicos de los próximos días y semanas incidirán en la irracionalidad de la opción secesionista, porque se irán sumando deserciones de empresas y otros hechos económicos negativos para Cataluña, por lo que puede pensarse que la iniciativa se irá desmoronando. Pero la pulsión independentista seguirá latiendo en buena parte de la población catalana, y los hechos referidos no serán suficientes para atraer a los independentistas menos apasionados a la integridad nacional. Para ello serán necesarias actuaciones firmes y bien pensadas del Gobierno de la nación para no perder batallas como la del 1-O, y también lo será la capacidad de seducción que despleguemos individual y colectivamente los españoles para mostrar que España es un país atractivo, con problemas como cualquier otro, pero un país en el que impera el Estado de Derecho, un país abierto, cordial y de progreso. Para ello sería conveniente mostrar el aprecio a Cataluña y a los catalanes, minimizar tanta basura de descalificaciones y desprecio gruesos que destilan las redes sociales, y que nuestros políticos tengan la generosidad de hacer abstracción de sus intereses partidistas y afronten un gran acuerdo sobre las grandes reformas que el país necesita para avanzar de forma estimulante.

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