El Banco de España ha publicado esta semana un artículo sobre el comportamiento de la inversión en equipos desde el inicio de la pandemia hasta finales de 2021. Históricamente esta variable se había movido con el ciclo, con variaciones más intensas que las del PIB. Sin embargo, este periodo ha sido extraño. La inversión en bienes de equipo se desplomó con la pandemia, cayendo un 5,5% y un 29,5% en los dos primeros trimestres de 2020, repuntó con mucha fuerza el siguiente trimestre (42,9%) y siguió creciendo los posteriores, de tal manera que desde el inicio de la crisis hasta finales de 2021 el resultado se salda con un crecimiento de un 6,6%, lo que se contrapone a la disminución del 3,8% del PIB en ese mismo periodo. Las posibles causas de esta anomalía son varias.

La primera que apunta el análisis es la probable asunción por parte de las empresas de que esta perturbación tendría un efecto transitorio, lo que les pudo llevar a mantener los proyectos de inversión que tenían planificados. Una segunda causa podría residir en que en esta crisis la financiación no ha sido un problema, ni en su acceso ni tampoco en sus condiciones.

Otra de las razones de este crecimiento anómalo puede encontrarse en la mayor actitud inversora de las administraciones públicas, que realizaron un importante esfuerzo de digitalización para continuar con la actividad a pesar de las restricciones de movilidad y para lograr la implantación del teletrabajo. Adicionalmente, también la pandemia les requirió acometer fuertes inversiones en la sanidad pública. Así, en 2020, como señala el artículo, la inversión pública creció un 10,1% en términos nominales, aunque no existe información que permita distinguir las contribuciones en ese incremento debido a los bienes de equipo y las debidas a construcciones.

Y existe una causa relevante más. La forma en que la crisis afectó a las distintas ramas de actividad ayuda a explicar la relativa resistencia de la inversión empresarial en bienes de equipo. Los sectores más golpeados, como la hostelería, son los que invierten en bienes de equipo en una proporción menor que las que les corresponde según su peso en la economía. Por el contrario, aquellas actividades, como la industria, que son más intensivas en el uso de capital y que habitualmente muestran una alta prociclicidad, en esta ocasión han registrado caídas menos intensas.

Por último, si se ahonda en los dos componentes de la inversión en bienes de equipo, "maquinaria y otros equipos", que incluye los bienes TIC, y "material de transporte", sólo el primero de ellos ha tenido un comportamiento expansivo, encontrándose el segundo alrededor de un 30% por debajo de los niveles anteriores. La conclusión global que puede extraerse es que esta crisis ha supuesto un gran impulso hacia la digitalización y el teletrabajo, con inversiones en nuevas tecnologías, apertura de nuevos mercados, nuevos productos y nuevos canales de venta, principalmente de comercio electrónico, cuyos usos se habrían mantenido una vez levantado el grueso de las restricciones. La misma pandemia ha impulsado las inversiones en las empresas precisamente para adaptarse a ella.