Análisis

Tacho Rufino

La inflaciónperversa

La madre de todas las subidas de precios en la construcción es la energía, quizá la madre de todas las guerrasUrge poner coto a proveedores codiciosos que incrementan la subida de precios

Los ciclos son series temporales en los que algo -los precios, los sectores, el amor, la vida al cabo- nace, crece, madura y declina. Aunque puede suceder que el proceso se recicle, virtuosamente, normalmente de la mano de una innovación que alumbre un nuevo statu quo. No existiría necesidad de gestión si se pudiera predecir con alguna precisión la evolución cíclica, sus fases y cambios de tendencia, o anticipar sus pendientes y sus puntos de inflexión; como casi todo en las relaciones de intercambio, producción y consumo es necesario estar a las duras y a las maduras, manejar y adaptarse. O, fatalmente, abandonar el empeño, y morir. Enfocando en la economía y en las circunstancias vertiginosas que nos toca vivir, los precios de las cosas que necesitamos como personas o como empresas vuelven a subir tras años de una estabilidad en buena medida, motivada por el doping del BCE y la barra libre de crédito. Las causas de la inflación de costes y precios son complejas, y los economistas saben explicarla a posteriori, pero no calcularlas de antemano: de la incertidumbre sobre los periodos de exuberancia o escasez está hecha la economía. Para colmo, los imperativos naturales y las decisiones de los humanos que ostentan o detentan el poder pueden dinamitar cualquier planificación, por sesuda que ésta sea.

La guerra en Ucrania que ha decido el zarismo tardío y neocomunista que simbolizan Rusia y su líder, Vladimir Putin, provocan un cambio radical en el estado de las cosas. Si los precios estaban subiendo ya de por sí por causas, digamos, naturales -la oferta y la demanda, la competencia, China, la tecnología efervescente-, esta crisis bélica amenaza con incrementar el coste de la vida y el bienestar de la gente de a pie, y con descolocar los presupuestos de los Estados y las empresas: todo será más caro, más incierto y menos rentable (salvo para los estraperlistas globales). Subirán los impuestos: los oficiales, pero también los subyacentes, como lo es la propia inflación. Pongamos como ejemplo de ello a uno de los sectores que hacen de termómetro de la actividad económica, la construcción.

Como ocurrió en otros ciclos en la historia reciente y en la remota, en estos días el coste de los materiales y suministros se dispara. En parte con razón económica, en parte de forma histérica, en parte por manejos especulativos: de todo hay. El cemento, el acero y otros insumos de una actividad que está entre la industria y los servicios se van por las nubes. Pero no conviene perder de vista que detrás de estos encarecimientos está la energía. El otro día escuché de un directivo de una empresa del ramo que es el combustible -permitan la simplificación terminológica- la madre de todas las subidas de precios de los materiales... y quizá la madre de todas las guerras. Si todo este esquema de inestabilidad no fuera de suyo preocupante y con difícil intervención por parte de gobernantes y empresas, resulta escandaloso que los proveedores directos o auxiliares de la construcción se constituyan en oligopolios de ocasión, y encuentren en la escasez y la inflación de costes una coartada para hacer daño a la economía poniéndose, por así decirlo, las botas. Porque, codiciosos y aprovechando los trenes baratos, les resulta lucrativa y segura la especulación, en contra del libre mercado y la libre competencia. Destrozando a ambos. Recordemos que el organismo vigilante de la competencia en España, la CNMC, sanciona mucho, pero cobra poquísimas de sus sanciones. ¿Libertad de mercado? Venga ya. Hay mucho que hacer para evitar las prácticas dañinas de logias de ocasión. Si no, los ciclos serán cada vez más erráticos, y las empresas serán una amenaza para nuestros hijos. Y no, como debieran, sus aliados, y los del progreso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios