Análisis

la gloria de san agustín

La actitud de las torrijas

Al principio la vi un poquito exagerada, y hasta marimandona, y eso que mi hermana es de lo mejor que uno se puede encontrar en la vida, esa es la verdad, pero ahora le agradezco que nos insistiera, tanto a mi cuñado como a mí, que desde primera hora estuviéramos vestidos, fuera el pijama, y con la cara lavada y el pelo peinado. Y tanto que se lo agradezco, faltaría más, que eso es más de lo que imaginamos.

Porque una de las cosas peores que podemos hacer en este tiempo que estamos pasando es dejarnos arrastrar y caer en el ver pasar los días como si tal cosa y nada de eso, todo lo contrario. Es cuando más activos y con más fuerza tenemos que estar, claro que sí, que esto es una pausa, pero que vamos a seguir para adelante y antes de lo que imaginamos, que eso no lo dude nadie.

Y mi hermana, y ole por ella, el otro día se dio su buen tinte, se pasó tres horas alisándose el pelo, se pintó sus labios y se puso los tacones más altos que tiene, y luego brindamos con una copita de vino. Pues claro que sí, que anda que no nos reímos y lo pasamos bien, pero buen rato que echamos, de los muy buenos. Y es que hay que buscarse motivaciones, ya sean grandes o pequeñas, para seguir cada día, y que los días no se nos pongan en lo alto, eso nunca, que nosotros somos más fuertes y vamos a seguir para adelante. Que nadie lo dude.

Y el viernes mi hermana nos puso a mi cuñado y a mí a hacer torrijas y pestiños, y otro buen rato que echamos. Ya ves tú, con nuestra copita de anís al lado, para mojarse los labios cada poco, trabajo en cadena, como lo llaman. Mi hermana empapuchando el pan, yo friendo y mi cuñado emborrizando las torrijas en la mezcla de canela y azúcar. Como siempre, la primera, recién sacada del aceite, me la comí yo, que es uno de mis grandes placeres, qué cosa más rica. Pues también es bueno hacer torrijas, roscos, pestiños o lo que cada uno acostumbre, claro que hay que hacerlos, como siempre los hemos hecho. En fin, que tenemos que seguir con nuestras cosas, aunque a veces nos cueste, pero que es bueno para nosotros y, sobre todo, para nuestras cabezas. Y asomarse al balcón, que nos dé el sol en la cara y no dejar de mirar la calle, que ahí volveremos antes de lo que imaginamos. Que nadie lo dude.

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