El equipo de actrices de Vis a vis se aprieta de cariño porque siguen adelante con sus hiperbólicas experiencias carcelarias pensando siempre que están a punto de rodar la última escena. La serie de Globomedia ha pasado por tantas vicisitudes que todo su personal está curado de espantos y fatalidades. Cuando estaban en Antena 3 fueron sorteando las dos temporadas semana a semana, respaldados por un entusiasmo de los fans que no terminaba de reflejarse en los audímetros. El rendimiento de nuestras series ya se marchaba por el margen de los índices comerciales. Vis a vis, más dura de lo que solían ser por entonces las ficciones españolas en abierto, concluyó arriba. Merecía una prolongación pero cerró las tramas echando el pestillo.

Fox rescató la serie el año pasado y tras un afortunado regreso en las plataformas de pago estrenaba la cuarta temporada hace tres lunes. Fox ha cumplido, por tanto, con su temporada bis de esta Cruz del Norte de Najwa Nimri, Berta Vázquez, Alba Flores, Itziar Castro y la resucitada Maggie Civantos. No sería descabellado pensar que la marea amarilla, tan femenina (de mujeres de hoy; en fin, de mujeres de siempre) tenga un recorrido mayor. Un microcosmos humano acorralado puede retorcerse como una ración de blandiblup durante lustros.

Vis a vis no admite tibiezas, es aparatosa, descacharrante, con Ramiro de Blas, el maléfico Sandoval, moviendo los hilos, mientras Zulema aterriza como puede tras un vuelo más tronchante que el de los Zucker. Una cárcel que es un parque de atracciones. No entronca con la realidad. Eso es lo que convierte a toda esta población reclusa en terroríficamente bizarra y sabrosa.

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