El temor a un incremento desmedido de inflación generaba una expectación adicional sobre el dato de IPC estadounidense de abril, que se ha situado incluso por encima de lo que se esperaba. En términos anuales, la inflación repuntó hasta un 4,2% anual (2,6% en marzo), principalmente por el efecto base debido a la caída de los precios de la energía (+25,1% interanual) al iniciarse la crisis del Covid 19, constituyendo su mayor registro desde 2008. La inflación subyacente, que elimina las variaciones de componentes con carácter más volátil como la energía y los alimentos, se situó en un 3,0% anual (1,6% anual en marzo y 2,3% anual estimado), su mayor nivel desde 1996.

La lectura de la inflación ha provocado una continuación del movimiento de positivación de las curvas de TIRes soberana, una apreciación del dólar frente a las principales divisas de referencia y caídas en Wall Street, especialmente en los valores de sector más sensibles a la inflación, como la tecnología.

Paralelamente, en Europa la inflación también repuntó en abril en Francia (0,1% mensual y un 1,2% anual) y en Alemania (0,7% mensual y 2,0% anual), en niveles inferiores a los registrados en EEUU.

La Comisión Europea ha mejorado sus previsiones para la eurozona, esperando ahora que el PIB crezca un 4,3% anual, frente a sus estimaciones de febrero de un 3,8%, apoyado por un incremento en el consumo e inversión privada, y del aumento de las exportaciones de la Unión Europea.

Los principales índices bursátiles de Europa cerraron al alza, si bien los movimientos no han sido significativos. El Íbex 35 español avanzó un 0,23%, superando nuevamente la barrera de 9.000 puntos.

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