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Tribuna Económica
El sector financiero viene experimentando una profunda transformación derivada de la revolución tecnológica (inteligencia artificial, big data, blockchain, biometría, cloud computing o computación cuántica). Los bancos tradicionales se han visto obligados a innovar, introduciendo continuos cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los clientes. No tienen más remedio que afrontar este reto, que les supone todo un cambio cultural y de modelo organizativo. La tecnología ha traído nuevas entidades financieras, nuevos procedimientos, nuevos productos financieros e incluso nuevas monedas, con todo un universo de criptoactivos disponibles.
El esfuerzo que están haciendo los bancos europeos para afrontar este cambio es enorme. El Observatorio de Digitalización Financiera (ODF), una iniciativa desarrollada por Funcas para dar a conocer a la sociedad española la importancia de la digitalización e innovación de los servicios financieros, ha estimado que el gasto tecnológico de estas entidades supera el 10,6% de su presupuesto.
El desarrollo de Bizum ha sido uno de las grandes innovaciones de la banca española. Y continúa su expansión, a pesar de la elevada competencia en el segmento de los pagos. Una vez asentado como medio de pago entre particulares, el reto reside en abordar su crecimiento en el comercio electrónico. El objetivo de Bizum es terminar 2023 con 25 millones de usuarios y superar los 60.000 comercios adscritos para compras on line.
La competencia aprieta. En los últimos años, viene observándose un importante crecimiento del shadow banking. El ODF, según un informe del Consejo de Estabilidad Financiera, señala que los intermediarios no bancarios ya gestionan el 49,2% del total de activos financieros. Y no sólo están despuntando en ese servicio: los créditos gestionados por estos shadow banks han pasado de los 30 billones de dólares de 2008 a los 52,9 en 2021.
Las fintech, parte de este mundo en la sombra, cuentan ya con 841,5 millones de usuarios. Hay más de 26.000 startups fintech en todo el mundo frente a las 12.000 que había en 2019. Y las interrelaciones de este mundo con la banca tradicional son imparable: el 76% de los bancos consideran que colaborar con las Fintech es necesario para cumplir con las expectativas de los clientes.
La población va adaptándose a todos estos cambios. Las cifras que suministra el ODF así lo refleja: los pagos electrónicos europeos ascendieron a 240 billones de euros en 2021, en comparación con los 184 billones de 2017; en 2022, un 3,1% de los usuarios de internet españoles ya recibió un préstamo o hipoteca de forma completamente digital, un valor casi tres veces superior al de 2016; o, por dar otro dato, 1,9 millones de españoles han adquirido algún tipo de criptomoneda.
El nuevo mundo financiero se va instalando. Poco a poco, porque para las personas de mayor edad no es fácil. Pero el futuro lo marcan los jóvenes. Y las estadísticas son abrumadoras. Citemos dos: sólo el 8% de los jóvenes – de entre 18 a 24 años – compran con efectivo cada día frente al 77% de los mayores de 54 años; y el 82,1% de los españoles millenials (entre 25 y 34 años) hacen un uso regular de la banca digital.
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