Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Siguen apostando a que la inflación será transitoria

La Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo se han enfrentado esta semana a la poco envidiable tarea de tener que tomar decisiones sobre política monetaria en el actual contexto de inflación desbocada. El fuerte aumento de las infecciones y la aparición de la nueva variante ómicron les ha complicado aún más la vida. Cada uno, con sus circunstancias concretas, ha hecho sus apuestas. Ninguno parece tomarse completamente en serio la alta inflación. El que menos, el de la Eurozona.

La Reserva Federal era la que lo tenía más fácil. Los datos le marcaban con claridad que tenía que mover alguna ficha si no quería perder su credibilidad como organismo encargado del control sobre los precios. La economía norteamericana está fuerte, creciendo por encima de su potencial, muy cerca del pleno empleo (la tasa de desempleo se sitúa en el 4,2%) y con la inflación en el 6,8%, máximo en 40 años. Así, Jerome Powell anunció el miércoles que intensifican el tapering, por lo que el balance del banco central dejará de crecer en marzo del 2022 (aunque la reinversión seguirá), y entonces llegará la primera subida de tipos de interés, y hasta dos subidas más en ese año.

El Banco de Inglaterra también llegaba al jueves con la economía fuerte, el mercado laboral caliente y la inflación disparada hasta el 5,1%, el nivel más alto de la década. En las últimas reuniones había hablado de la necesidad de frenar la inflación, pero se había abstenido de hacer nada hasta el momento. Ahora sí lo ha hecho. Como estaba previsto, ha dado por finalizado su programa de compras de activos (aunque la reinversión seguirá), y ha elevado los tipos de interés, esto sí, sólo un 0,15%, hasta el 0,25%.

Por su parte, el BCE anunció ayer el fin del plan extraordinario por la pandemia (PEPP) en marzo, tal y como estaba programado, pero ha suavizado el aterrizaje intensificando el otro programa (APP) desde entonces a octubre, cuando además proseguirá con los 20 mil millones de euros mensuales actuales todo el tiempo que sea necesario (y la reinversión seguirá). Además, se ha reservado la flexibilidad de actuar sobre diferentes activos y naciones al dejar abierta la posibilidad de reactivar el PEPP y prolongando un año más, hasta 2024, las reinversiones de las compras adquiridas bajo este programa.

Sin duda, tanto la Reserva Federal como el Banco de Inglaterra han dado un giro a sus políticas monetarias, pero tampoco con la contundencia que hubieran desplegado en épocas anteriores, lo que hace pensar que en el fondo siguen considerando que la inflación será transitoria. A los mercados les han parecido sus propuestas perfectas. El que mantiene la postura monetaria más blanda es, de lejos, el BCE. El freno a los estímulos ha sido un maquillaje, ni siquiera han fijado fecha para la finalización de las compras netas y no habrá subidas de tipos de interés hasta entonces. Detrás late la preocupación que tienen por la consolidación de la recuperación económica de la eurozona. Y siguen confiándose a que la inflación siga, como dijo la presidenta, Christine Lagarde, un perfil en forma de joroba, aunque ésta sea larga. Esperemos que no se equivoquen.

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