Crisis del coronavirus

Francisco Martínez-Cosentino Justo

Presidente de Grupo Cosentino

Salir adelante

Quiero aprovechar la generosa invitación a esta tribuna para compartir mi visión ante la crisis del virus que nos azota. Son momentos muy difíciles. Es imposible no sentir una enorme tristeza por las miles de muertes en todo el mundo, muchas de ellas en nuestro querido país. Envío mi abrazo más sentido a las familias y amigos que han tenido la desgracia de perder a alguien cercano. También quiero mandar mi agradecimiento profundo por los que cuidan de todos nosotros, cada uno desde su posición. Especialmente, sanitarios, agentes de la autoridad, personal de limpieza y de las cadenas de abastecimiento de alimentos. Veo a las personas seguir la llamada del deber con heroísmo, mucho más allá de su obligación, y me emociono con la categoría de la gente.

Como ante cualquier problema grande, con esta pandemia, debemos afrontar la realidad con la mejor información posible. Solo con realismo se puede avanzar. En un tema tan desconocido va a ser clave estar muy abiertos a aprender de todo el mundo, en sentido literal. Ya hemos visto que lo que ocurre en cualquier país puede afectar a nuestras vidas. Igualmente, lo que vamos aprendiendo de la experiencia en los distintos lugares nos debe servir aquí. Con esta base de conocimiento, nos toca a todos –cada uno en su responsabilidad– gestionar de la mejor manera posible. Planificar, ejecutar, verificar. Ser muy autoexigentes y adaptarnos a la nueva realidad en las instituciones, en las empresas, en las familias. Es una labor ardua y sabemos que cometeremos errores, pero es momento de dar la talla y no amilanarse.

Al pensar sobre los impactos económicos de esta crisis, trato de huir de extremos y tesis radicales. No estamos ante un mero paréntesis de unas semanas, creo que el virus dejará una huella importante. Pero tampoco creo que tenga sentido pensar que la vida ya no será la de antes. Creo que las personas seguiremos teniendo, como siempre, la necesidad de relacionarnos, de mostrar afecto, de descubrir lugares nuevos, de intentar dejar un futuro a nuestros hijos. Y somos las personas las que movemos esa economía real que es el escenario de la vida de los profesionales y las empresas. Por supuesto, nos tendremos que reinventar porque en el corto plazo habrá cambios importantes pero no debemos perder la perspectiva.

A su vez, esa economía real es una de las claves del bienestar de las personas. Viene un momento muy delicado en el que necesitamos combinar el cuidado de las personas con la actividad económica que permita que todos podamos tener un futuro. Se requerirá de mucho esfuerzo, de mucho apoyo financiero y, sobre todo, de mucho acuerdo. De grandes dosis de flexibilidad y de humildad. La salida de la crisis ya será suficientemente difícil como para que la compliquemos aún más con disputas estériles. Partidos políticos, empresarios y sindicatos, todos, estamos llamados a acordar una hoja de ruta que permita al país salir adelante.

Sin creación de valor en las empresas, no puede haber progreso. Por ello, me importa y mucho que en esta crisis nos empeñemos realmente en ayudar a las empresas como activos esenciales de nuestra sociedad. Si mantenemos el tejido empresarial, podremos cumplir el deseo de salir adelante sin dejar a nadie atrás. Porque levantar una empresa exige pasión, voluntad, esfuerzo compartido, recursos financieros, años de experiencia… es mucho el valor que se pierde cuando un empresario cesa en su actividad. Y esa pérdida la pagamos entre todos, nos guste o no, porque es el país el que sale perdiendo.

En Andalucía y en España, seguimos teniendo un enorme potencial para el progreso. No podemos venirnos abajo. Aunque pasemos una racha complicada, seguimos contando con el talento de nuestra gente, con el cariño que se le pone aquí a las cosas, con la fortaleza de nuestra sociedad. Como parte de ella, quiero expresar mi compromiso en luchar, con todo el esfuerzo que sea necesario, por los empleos de los profesionales de Cosentino que son el orgullo de mi familia y de mi equipo directivo.

En la hora de la verdad, descubrimos el valor de la honestidad, la empatía, el acuerdo, la solidaridad, el esfuerzo; el valor de saber y sentir que sí vamos a salir adelante.

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