Análisis

Fátima Díaz helena arriaza

Ana rosa quintanaAdrià, el español que pone una pica en ParísOld Fashioned, el cóctel para redescubrir en NavidadLa bebida esencial para los días en los que no bebesEl parador de Nerja aplica un recetario del siglo XIXEse bolso de la reina Letizia

La presentadora reaparece en los premios Antena de Oro en un vídeoEl chef se alía a Alain Ducasse para abrir un restaurante efímero de cocina conjunta próximo a la Torre Eiffel

Albert Adrià es un cocinero español pionero dentro y fuera de nuestras fronteras. Con la excusa de poner en marcha un restaurante efímero, el español ha unido fuerzas con otro de los chefs más célebres e influyentes del mundo, Alain Ducasse, para experimentar en París un formato gastronómico innovador. Asomado a la Torre Eiffel, el restaurante ADMO funcionará durante 100 días hasta principios de marzo de 2022 ofreciendo una selecta carta de recetas de cocina europea, una propuesta culinaria conjunta que dé pie a un proyecto de futuro.

Langosta azul de Normandía a la brasa con remolacha cocinada en las cenizas e infusionada con caldo de pimienta; lleva un condimento elaborado con almejas, cereza, semilla de lino y remolacha, jugo de vino de remolacha, especias, jarabe de chinotto (naranjo moruno ) y aceite de pimienta negra; y, además, una emulsión elaborada con coral bogavante y aceite de pimienta negra. Lo presenta Pol Perelló, una de las caras de El Bulli, que cerró como restaurante el 30 de julio de 2011.

¿De quién es este plato indudablemente complejo? ¿Quién es el autor de su planteamiento o, en concreto, de las salsas o emulsiones con las que se condimenta la receta? El comensal nunca llegará a saber si es obra de Alain Ducasse, Albert Adrià o Romain Meder. Lo único cierto es que sale de la cocina de un restaurante temporal, que funcionará durante poco más de tres meses y en el que se han unido dos chefs de estilos muy diferentes con su equipo clave: Vincent Chaperon, chef de Cave de Dom Pérignon; Romain Meder, mano derecha de Ducasse; y la joven Jessica Préalpato, elegida Mejor Pastelera del Mundo 2019 en la lista de The World's 50 Best Restaurants.

Su nombre, ADMO, corresponde a las iniciales del apellido deAdrià, Ducasse y Meder más la 'o' de Ombres, el lugar donde se ubica, Les Ombres. Situado en la azotea del Museo de Quai Branly-Jacques Chirac y asomado a la Torre Eiffel, que los comensales divisan desde sus mesas a través de una cúpula acristalada. Coincidiendo con esta apertura se ha presentado también Dom Pérignon Rosé Vintage 2008, un peculiar champán que acompaña a la perfección este "experimento" de Ducasse y Adrià.

Con barricas de roble jerezanas el ron Santa Teresa 1796 ha lanzado un kit navideño para animar a elaborar el Old Fashioned, uno de los cócteles clásicos. En el estuche se acompaña de una botellita de bitter de cacao creado expresamente por The Bitter Truth, con notas de café y nueces.

El Old Fashioned se confecciona con 35 mililitros de ron Santa Teresa 1796, 5 mililitros de sirope (parte de azúcar moreno y otra de agua, diluidos), 2 toques de angostura y 3 toques de bitter. Se añaden los ingredientes en vaso de mezcla y remover por 30 segundos. Servir en vaso con hielo y piel de naranja.

En Londres en 2015 apareció la pionera firma de botánicos sin alcohol Seedlip, que marcó la tendencia actual para los momentos en los que no se ha de beber.

Este sello aterriza en España con tres variedades de sus bebidas que no tienen calorías, ni azúcar o edulcorantes y no necesitan refrigeración. Estas son las tres variedades de Seedlip: Garden 108, Grove 42 y Spice 94, ideales con tónica. Garden 108 reúne la esencia de los campos ingleses y alude a los 108 días que tardan en dar fruto los guisantes. El cítrico Grove 42 alude al año 1542, cuando se registra el color "orange" y Spice 94 al descubrimiento español de la isla de Jamaica, en 1494.

Un recetario de 1890 con 174 fórmulas escritas a mano por Asunción García Escobar, de la localidad malagueña de Nerja, ha sido rescatado por el investigador José Miguel Ortuño y ha sido puesto en práctica por el parador de turismo de Nerja.

Este documento recoge platos "no muy cotidianos", como las perdices estofadas en su salsa, y otros de la suegra del nieto de Asunción, Guadalupe Díaz, quien sí preparaba comida "del día a día", como potaje de habichuelas. Ortuño encontró el cuaderno por casualidad mientras catalogaba los documentos de la biblioteca de la familia. El manuscrito indica cómo comía la burguesía de Nerja y que en esa época había costumbre de hablar de recetas en las reuniones entre mujeres. También hay recetas de dulces para tomar con el café y, como viajaba mucho, hay platos de Sevilla o de Jerez de la Frontera, además de comida francesa.

En el parador de Nerja han "dado vida" al recetario incluyendo en su oferta platos de este manuscrito originales -tal cual se escribieron- o versiones actualizadas.

CADA paso de lo que hace la reina Letizia es noticia. Más allá de lo monárquico, es uno de los rostros conocidos más analizados por diferentes cuestiones. Entre sus últimos episodios destacados está el momento en el que se le cayó el bolso al suelo durante uno de los actos a los que asistió durante su viaje a Suecia. Con naturalidad, la mujer de Felipe VI se agachó y recogió su teléfono móvil y su pintalabios para meterlos de nuevo en el bolso.

Desde ese momento, las críticas hicieron aparición. Entre las más sonadas están las que han hecho desde el país anfitrión. Desde allí han tachado este momento de "error, conmoción y pánico". ¿Hasta dónde vamos a llegar? Letizia puede gustar más o menos, pero el hecho de llegar a criticar que se le haya caído el bolso es un sinsentido. Primero, porque es de agradecer que este tipo de personajes públicos se vean en situaciones tan comunes como esta, en las que no les queda más remedio que sacar su lado más natural. Que se agache, que se vea que lo que lleva en el bolso es lo mismo que llevan muchas mujeres y que luego continúe su trabajo con naturalidad pese a lo que estuviera pasando por su cabeza, es una forma de bajarla de ese pedestal.

Pero esto hace pensar más allá. Situaciones como las que vivió la reina Letizia con la caída de su bolso le pasan a diario a todo el mundo. Y lo triste es que por las reacciones de los que son testigos de la situación, momentos de apuro por contratiempos tan comunes como este pueden provocar un fomento de la inseguridad increíble. A quien le ocurre esto se suele convertir en objeto de miradas y de comentarios esté donde esté. Se convierte en protagonista involuntario y su forma de resolver la situación le va a marcar durante un buen tiempo.

Porque lejos de ver estas situaciones como sinónimo de naturalidad, espontaneidad y considerarlas como una anécdota sin más, lo que hace la mayoría es considerar como errores esos instantes que deberían servir para empatizar, para acercarnos, para ser conscientes de que todos somos más iguales de lo que pensamos.

Y eso es lo que se debería aplaudir, que la normalidad esté presente. Porque qué importante es tener al lado a esas personas que vean los contratiempos, las meteduras de pata y los momentos de apuro como una forma de acercarse más a ti. Y que te ayuden. Porque lo realmente relevante debería ser que nadie hizo el amago de agacharse para echar una mano a la reina Letizia.

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