Análisis

manuel campo vidal

¡Ojo, que aún puede pasar de todo!

El año 2019 será el de renovación de la piel política en España y otros países europeos, pero también puede ser el período con más sorpresas políticas de la década. Nada está garantizado: ni el final del drama del Brexit, a poco más de 80 días para la desconexión de la Unión; ni el futuro de Trump (que tanto nos afecta), y ni siquiera el Gobierno de Andalucía. Todo puede dar muchas vueltas inesperadas.

Un alto ejecutivo de un banco británico reitera que sólo aprecia desorientación e impotencia en el Ejecutivo de May. El plazo se agota, no saben por dónde salir y sólo ha faltado que el ex primer ministro Blair proponga un segundo referéndum. Mientras, a Trump cada noticia de las comisiones de investigación sobre la colaboración rusa en su elección lo hunde más, aunque los estados refugio de su voto parecen no inmutarse.

En cuanto a Andalucía, a saber cómo acaba. Existe la convicción de que el cambio está decidido ya y que el PP presidirá la Junta, pero Vox tensa la cuerda en cuestiones irritantes como discutir sobre la violencia de género. Y Cs no está dispuesto al bochorno de cambiar sus ideas y su programa. La ductilidad de Casado hacia los ultraderechistas permite a Rivera desmarcarse de los populares. Aceptar las condiciones de Vox significaría entregar buena parte del centro al PSOE. La izquierda fustiga a Rivera, pero quizás tenga razón Teodoro León Gross cuando escribe que "el problema para la defensa de Cs está... ¡en el discurso de Cs!". Acusar a Sánchez de "gobernar con populistas, independentistas y amigos de ETA" es una falsedad porque gobierna solo; como lo es acusar a Cs de "gobernar con la ultraderecha" si Vox apoya el pacto. Quizás sería conveniente que Sánchez y Rivera tomaran un café juntos. La sociedad civil agradecería que acabara esta escalada dialéctica más propia de los que se tiran al monte, cuesta arriba o cuesta abajo, que de partidos confiables para serenar el clima y gobernar en favor de la ciudadanía.

En Andalucía se está llamando a que las mujeres se manifiesten por temor a las propuestas de Vox y contra las rebajas de los populares para salvar la situación. Si las calles se llenan, no descarten que dos mujeres, Susana Díaz y Teresa Rodríguez, firmen un pacto para evitar las derechas en la Junta, buscando abstenciones imprescindibles. El ex primer ministro galo Manuel Valls pide más: un acuerdo Cs-PSOE-PP para evitar a Vox. Y en los laboratorios políticos se investiga una fórmula magistral, nunca experimentada en España, por la que el PSOE facilitaría a Cs la Presidencia de la Junta para parar a Vox. Claro que esta salida se ve lejana porque equivale a una operación de riñón sin anestesia a Díaz. Aunque calmantes siempre hay cuando se ocupa el poder. Si todo falla, queda la mundial: repetir las elecciones andaluzas, que no lo desea ni Vox.

¿Hay algo más para caldear un ambiente ya explosivo con debate de los PGE de por medio y con las cuentas catalanas bloqueadas? Por supuesto: el juicio a los políticos presos acusados de desafiar al Estado. La autonomía judicial, la estrategia de las defensas, la presión organizada en la calle y la emocionalidad que todo lo altera garantizan semanas muy tensas. Ahí el Gobierno poco puede hacer porque los jueces no admiten injerencias. En una conversación en la crisis de octubre de 2017 el ex president Montilla le pedía a Rajoy que el fiscal general ayudara con sus decisiones. "Ése es tuyo, ¿no?". Rajoy respondió: "Éstos son tuyos hasta que los nombras". Va por ahí.

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