Lo digo de corazón, y quien me conoce sabe que no estoy exagerando y que soy sincero. Me parece estupendo, de maravilla, que las mujeres salieran el viernes pasado a la calle a decir que quieren ser iguales que los hombres, porque eso es lo poco que se merecen. Y me parece igual de bien que ese día hicieran huelga, sobre todo de las faenas de las casas, que parece que solo saben ellas hacerlas.

En casa de mi hermana, por lo menos, entre mi cuñado y yo no hemos dejado que haga nada desde el jueves por la noche, pero nada, que demasiado ya hace el resto del año para que nosotros por lo menos la dejemos en paz un fin de semana. Y eso que nosotros no somos de esos hombres que necesitan de todo porque no saben freírse un huevo, para nada. Que mi cuñado y yo cogemos la escoba, tendemos, fregamos y lo que haga falta, que de siempre lo hemos hecho y sin ningún problema. Yo lo que no comprendo es lo contrario, que haya hombres que no mueven un dedo en su casa, no se dan cuenta que eso está muy pasado de moda, que eso ya no se lleva, que se ve viejuno y antiguo, de verdad, y yo no soy el único que piensa así. Que las mujeres no tienen habilidades especiales para eso, que a fregar, a planchar o limpiar se aprende, lo mismo que se aprenden otras cosas, y el que no aprende es porque no le da la gana, porque se está mejor en el sofá, tumbado, en plan caradura, pero que ese no es el buen plan, sobre todo si quieres a tu mujer, hermana, madre o a la que sea.

A mí me parecen muy tristes los hombres esos que no saben hacer nada en una casa, porque en esta vida hay que saber hacer de todo un poco, y sobre todo de aquellas cosas que se necesitan. Yo por lo menos lo he visto, y nunca he comprendido esos hombres que lo dejan todo a sus mujeres y no son capaces de mover un plato. Y si no soporto esos hombres, imagínense lo que pienso de los que les ponen la mano encima, que se convierten directamente en animales, y me da pena por los animales, que la mayoría son más nobles que esas bestias. En fin, que las cosas tienen que cambiar, faltaría más, y que quien todavía esté en el pasado que vaya espabilando y se dé cuenta del tiempo en el que estamos, que las cosas ya no son como antes, por suerte. Y no se vayan a creer que digo todo esto para que Soraya o mi hermana piensen bien de mí, para nada, que lo intento demostrar cada día, que eso es lo realmente importante.

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