El hijo de Pilar Miró cayó el martes en MasterChef a las tantas, casi a las dos, tras la asombrosa borrachera de goles de la selección. El furibundo colchonero Gonzalo perdió por la mínima en la eliminatoria. Debían confeccionar unos bombones y no terminó de hacerse con la pasta de cacahuete y se centró en el difícil chocolate blanco. Miró no lo hizo mal pero realmente, los demás lo hicieron mejor. La Terremoto nos sorprende cada día porque entre sus aspavientos desatados es capaz de cumplir con precisión los retos. Del caos surge la perfección.

Josie se salvó "por virtuoso", como reconoció Pepe Rodríguez. Su mimo y paciencia lo llevan camino a la final, y Nicolás Coronado, tan gesticulante como versátil, también salió indemne de la bombonera. Lo dicho, al final, un apasionado de los bombones como Miró cayó por culpa de ellos. Perdió demasiado el tiempo en semanas pasadas con el pin de inmunidad y los demás le tomaron la medida.

Celia Villalobos sigue adelante tras ser la mejor en la prueba de apertura. Evocando a su Candy Crush, fue la que hizo bingo en el sorteo de ingredientes. No puede remediar sus vehemencias pero a fuerza de sobrevivir ha sacado su versión más política. Los comensales del arranque eran allegados de cada concursante, con otro ex ministro, Máxim Huerta, reclutado como amigo de Gonzalo. Huerta y Villalobos se dieron un abrazo a lo Zumalacárregui. Lo elaborado por Celia fue agasajado por mayoría absoluta.

El destino del eliminado Gonzalo se encontraba en Barcelona, donde Villalobos separó a los azules entre su ahora aliada Ainhoa Arteta, la, la, la, la rimada Meroño y "Flor". Sí, Florentino Fernández ha sido rebautizado con nombre primaveral por el chef Oriol Castro, de Disfrutar, que llevó a este equipo a la salvación, mediante la mano firme y la buena ejecución. Los otros se relajaron y Josie coqueteó con la eliminación mientras Lolita, la invitada, rechazaba ser futura concursante. No hay nada que arregle una untuosa negociación ¿verdad?