Análisis

Fernando Faces Santelmo Business School

Generar recesión para matar

Los bancos centrales están decididos a subir los tipos de interés lo que sea necesario hasta controlar la inflación. Todavía estamos lejos del nivel máximo que alcanzarán los tipos de interés, que podrán superar el 4-4,5 en Estados Unidos y el 3-3,5 en la Unión Europea. Los bancos centrales que hablaban de un aterrizaje suave admiten ahora un aterrizaje duro y prolongado en el tiempo. Una inflación desbocada, por sí sola, sin intervención del Banco Central Europeo, deprime el consumo y la inversión y con el tiempo puede provocar una recesión. Lo que no está claro es que la recesión acabe también con la inflación. La experiencia de los años 70 demostró que la recesión podía convivir con una inflación creciente, dando lugar a una estanflación que duró una década. La inflación de los 70, como la actual, tenía componentes tanto desde el lado de la oferta (subida disparada de los costes energéticos y otros) como del de la demanda. Una inflación prolongada en el tiempo, de oferta o de demanda, tiene el riesgo de anclar las expectativas de inflación y destruir la confianza de los ciudadanos en que el Banco Central Europeo será capaz de dominarla. Esta pérdida de confianza puede generar efectos de segunda ronda. Los sindicatos ejercerán una gran presión para que los salarios suban en la misma medida que suben los precios. El resultado es la famosa espiral salarios-precios. En este escenario la inflación tiende a acelerarse y perpetuarse, siendo cada vez más difícil eliminarla. La tarea se complica con una inflación de demanda y oferta, como a la de los años 70 y la actual. Los bancos centrales no pueden actuar sobre la oferta: precio de las materias primas, petróleo, gas, costes de transporte, cuellos de botella, etcétera. Su corrección requiere que los gobiernos impulsen reformas estructurales orientadas a reducir los costes y aumentar la productividad. En la actual crisis energética es necesaria la cooperación europea e internacional.

Ante este escenario, y con el objetivo de que no se dispare la espiral de precios-salarios y se desanclen las expectativas de inflación, los bancos centrales se ven obligados a una doble dosis de tipos de interés. Grandes subidas de tipos que desplomen la demanda agregada, incapaz de ser atendida por la oferta, a sabiendas de que esta reacción provocará una grave recesión. Son conscientes de que no hacerlo provocaría una todavía mayor recesión, inflación y desigualdad a medio plazo.

Los bancos centrales necesitan hacer una labor de pedagogía ciudadana. Es lo que hizo el lunes, en el Foro Joly de Almería, el Gobernador del Banco de España en una conferencia-coloquio magistral. El mensaje fue contundente: hay que actuar enérgicamente contra la inflación pues no hacerlo implicará mayor recesión e inflación y más desigualdades. La acción de los bancos centrales no es suficiente. Debe de ir acompañada por un Pacto de Rentas que distribuya equitativamente la inevitable caída del bienestar y ancle las expectativas de inflación. El Gobierno debe acelerar las reformas estructurales para mejorar la productividad con la ayuda de los fondos europeos. La sostenibilidad de la deuda pública y la reducción del déficit estructural son fundamentales para mantener la confianza de los mercados.

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