No voy a decir nada del lote que nos pegamos de gachas la semana pasada, pero una cosa mala, que yo no sé la cantidad que me metí en el cuerpo, porque al final fueron muchas más de las que teníamos previsto. Pero vamos, que tampoco me quejo, que mis tiempos de desfiles de modelos ya han pasado y de vez en cuando me puedo permitir un poquito de manga ancha, que no va a ser todo el tiempo sufriendo, como el que dice.

La cosa es que mi hermana invitó a comer a Soraya y a Cayetano, porque como hizo tan buen día estuvimos en la azotea, que fuimos en total cinco, que eso no supera lo que está estipulado, y encima al aire libre, como te recomiendan. Y como todos los años mi hermana hizo las gachas, que le salen exactamente igual, pero igual, que a mi madre, que le ha pillado el punto justo, y están para empezar y no parar. Pues resulta que a Soraya, que es apañada para todo, le dio por hacer ella también, y allí que se presentó con una buena fuente, que pesaba lo suyo, y aunque diferentes, también estaban buenas, pero buenas, que le puso hasta almendras y una poquita de miel, que le dieron un sabor buenísimo. Y para colmo también apareció con gachas Cayetano, que se las había regalado una prima, y aunque estaban un poco espesas también estaban muy ricas de sabor. Así que ya se pueden imaginar la sobremesa que tuvimos el pasado domingo, al sol, en la azotea de mi hermana. Y para colmo mi cuñado se subió una botellita de anís de Rute, pues lo que faltaba para que nos dieran allí las nueve de la noche, que acabamos con una manta por encima de los hombros, porque no queríamos estar encerrados.

Y es que si tenemos cabeza todavía podemos seguir haciendo algunas cosas, lo que no podemos es seguir haciendo lo de siempre como si no pasara nada, porque esa no es ninguna opción, pero ninguna. Al final conseguimos que el día de los santos, que a mí no me gusta decir lo de los difuntos, fuera menos triste que otros años, que aunque hablamos de ellos lo hicimos para recordar cosas bonitas, que eso siempre es agradable aunque sean también un poco tristes, la verdad sea dicha. Y ahora a seguir hacia adelante, por ellos, y sobre todo por nosotros, que en tiempos como los de ahora es cuando más coraje hay que echarle a la vida, y hasta un poco más. Porque de eso trata, y de ser responsables y tener cabeza, que no me harto de decirlo, que si lo hacemos bien salimos de esta antes de lo que imaginamos. En fin, que hasta el domingo que viene, que estoy deseando que llegue uno en el que no tenga que nombrar al maldito bicho.

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