Análisis

Pilar Larrondo pilar larrondo

Felipe de edimburgoTendencias flamencas vistas en Simof 2019Compromiso medieval

El Salón Internacional de la Moda Flamenca mostró diseños voluminosos en los que se apuesta por el lunarEl rojo sigue siendo el color estrella, aunque el blanco es la apuesta

Las ferias y romerías están a la vuelta de la esquina y muchas mujeres ya se han puesto manos a la obra para hacerse su traje de flamenca. Escaparate a nivel mundial, el Salón Internacional de la Moda Flamenca (Simof), celebrado a principios de febrero en Sevilla, es la mejor plataforma para coger ideas para el modelo de este año.

Parece que de un tiempo a esta parte la moda flamenca se ha convertido en una amplia amalgama d tendencias en las que caben todo tipo de diseños, aunque hay algunas que se repiten con frecuencia. Es el caso del volumen en las faldas, una premisa que pudo verse en casi todos los diseñadores. Faldas, la mayoría en neja, repletas de enaguas en organdí para conseguir un efecto voluptuoso que, además, llene el traje de movimiento, parecer ser la tendencia en alza para ferias y romerías. Siempre adaptando el diseño de la pasarela al mundo real de la flamenca.

Coloridas, las ferias y romerías siempre invitan a lucir alegres colores en los trajes de flamenca. En Simof pudo verse la alegría de tonos verdes, naranjas y fucsias, aunque los grandes reclamos son el rojo y el blanco. Tonalidad estrella donde las haya, el rojo siempre es una apuesta segura, ya sea para un traje liso o para uno con lunares. El blanco, gran descubrimiento en esta edición, se vio, en su mayoría, en liso con algún juego en las enaguas. Lo bueno de esta tonalidad, aunque no sea apta para todo tipo de pieles, es lo frescas que resultan cuando aprieta el calor.

Otra de las tendencias que dejó la pasada edición de Simof es el lunar, que parecía desterrado de las pasarelas. En todos los tamaños, combinando sus colores e incluso pintados, los lunares vuelven a los diseños de trajes de flamenca. Esta claro que el estampado le toma el relevo a las tonalidades lisas. A pesar de que las ferias y romerías se celebran en épocas de altas temperaturas, los diseñadores apuestan este año por una manga larga. Al codo y con volumen en los volantes, así es la manga de la flamenca de este año. Aunque algunas colecciones también apostaron por la manga a la sisa, esta vez sin volantes. En contraposición a ese recubrimiento de brazos están los amplios escotes. Sin mucha excentricidad, vuelven a llevarse los clásicos escoten en pico, tanto por delante como por la espalda, donde la apertura es realmente amplia.

Por último, las hechuras vistas en la pasarela, a pesar de la gran variedad, tuvieron como protagonistas a la neja y el evasé, con talles más altos que apuestan por la comodidad y el vuelo. Atrás quedaron los diseños canasteros.

MIS compañeros de generación me creen intransigente. Aseguran que hablo de los que vienen detrás con la misma superioridad moral con la que nuestros padres lo hacen de nosotros y que eso resulta tremendamente carca. Tal vez lo sea. Tal vez en mí se encierre una señora decimonónica que se rasga las vestiduras cada vez que observa el comportamiento de un postmillennial. Me han explicado que, por mi edad, pertenezco a los llamados millennial y, por cuestiones puramente corporativistas, no criticaré a nadie de mi generación.

Volviendo a mis sucesores, son apeteciblemente odiosos. No por su jueventud -a la que nosotros ya no aspiramos- ni por su elevadísimo nivel de vida -del que nosotros no gozábamos a su edad a pesar de vivir muy bien- ni siquiera por el estilazo que gastan (cuando nosotros nos apuntábamos a unas modas un tanto horripilantes). Bueno, puede que por algunas de esas cuestiones les tenga inquina (sobre todo por lo del estilimo en nuestra maldita adolescencia), pero no son las razones por las que los detesto.

Los postmillennials, tan preocupados por ellos mismo y su ombligo, han desarrollado una capacidad asombrosa por no comprometerse absolutamente con nada. No es que el miedo al compromiso -como ocurría con las parejas a finales de los noventa y principios de milenio- haya invadido sus pequeñas personalidades, es que ellos han optado por no implicarse con nada. A pesar de que abanderen todo tipo de causas. Los postmillenniasl no saben lo que es el compromiso. Es un yoísmo tan arraigado el que tienen que todo lo que implique a otro semejante se la suda, como suelen decir. Primero yo y después yo. El tipo de relaciones que llevan entre ellos es un claro ejemplo. Resulta llamativo cuando intentas hacérselo ver. Ellos no se bajan del burro, al igual que nosotros, y creen tener posesión absoluta de la verdad. De ahí que adquirir compromisos se rechace bajo excusas sin fundamento. Comprometerte con algo implica dejar de vivir el momento y ellos son muy de exprimirlo al máximo, como si no hubiera un mañana. La improvisación y el make it count, que diría DiCaprio, no son posibles si debes comprometerte con una persona, una asociación o incluso un trabajo. Pero, qué esperar cuando el valor de la palabra parece un concepto puramente medieval.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios