Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Cuánta calma en los mercados

Desde la invasión rusa a Ucrania, seguro que muchos de ustedes, como yo, están sorprendidos de que el enorme shock que está sufriendo la economía global esté teniendo sólo contenidas consecuencias en el sistema financiero. El cóctel actual es intensamente negativo: mercados de materias primas disparados, inflación a niveles altísimos, aumento de las tasas de interés, el enorme endeudamiento mundial, duras sanciones, el persistente coronavirus, previsiones de crecimiento económico que no dejan de revisarse a la baja…. Sin embargo, los mercados resisten. ¿Seguirá siendo así o podrá todavía depararnos alguna sorpresa desagradable?

El Financial Times se preguntaba esta semana por esto. En el artículo se califica al sistema financiero como un sistema adaptativo complejo, algo así como el cuerpo humano, que puede ser impresionantemente resistente o de una fragilidad cataclísmica. Y recoge las opiniones de personas relevantes sobre cuál podría ser su posible deriva. Así, por citar algunas, Richard Berner, el encargado en EEUU de vigilar posibles riesgos sistémicos, afirma: "Es un poco sorprendente que hasta ahora no haya sucedido nada, pero es pronto, es posible que todavía haya vulnerabilidades al acecho que no son inmediatamente evidentes, y no sabremos su naturaleza hasta que la crisis las exponga"; o la de Andrew Bailey, el gobernador del Banco de Inglaterra, que concluye: "No podemos dar por sentada la resiliencia del mercado".

Del mismo modo, otros medios se han planteado esta cuestión y por dónde podría venir el acontecimiento que precipitara las cosas. El incumplimiento de la deuda soberana rusa es uno de ellos. Los bancos internacionales sufrirán si se produce el impago, especialmente los de Austria, Francia e Italia, que tienen 17.500, 25.000 y 25.000 millones de dólares comprometidos en deuda rusa. Sin embargo, la directora del FMI, Kristalina Georgieva, ha estimado que la exposición general de los prestamistas extranjeros a Rusia asciende a aproximadamente 120.000 millones de dólares, lo que no es insignificante, pero no es relevante desde el punto de vista sistémico.

La desestabilización también puede venir de la economía real. Los precios de los bonos de grandes compañías, afectadas -Rusia es sistémicamente importante en cuanto a los recursos naturales- o bien con intereses allí, se han visto presionados debido a que los acreedores temen que puedan ocurrir accidentes. El peligro está que ventas masivas de acciones de empresas expuestas, muchas en manos de fondos de pensiones y de inversión, puedan desencadenar un efecto dominó.

Con todo, la alta inflación es el factor más preocupante. La proporción de economías avanzadas con tasas de inflación superiores al 5% pasó de 0% al 60% desde febrero de 2021 hasta antes de la guerra. Luego, ha seguido aumentando espectacularmente. Es probable que los bancos centrales tengan que aumentar las tasas de interés con agresividad, provocando turbulencias en unos mercados financieros acostumbrados tantos años a una política monetaria tan favorable. O no. Como advierte Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial, en el Financial Times: "El contagio funciona de maneras misteriosas".

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