El otro día me puse la rebequita por primera vez, y curiosamente fue el primer día que vi un puesto de castañas, vaya una casualidad. Y es que las castañas no entienden de calores o puede que sea al revés, que no sé yo quién es el que lleva la razón. La cosa es que hemos tenido por fin unos días de otoño, que ya es lo que pega y lo que estoy deseando, para qué nos vamos a engañar. Y es que quiero estar ya mareando un sofrito de siete kilos de tomate y cinco de magro de cerdo, para qué les voy a decir otra cosa, que me muero por un perolete gordo, de esos que empiezan a las siete de la mañana y acaban bien entrada la noche. De esos que lo mismo te comes unas sardinas, que una panceta, que unas aceitunas que alguien acaba de aliñar. Sí, uno de esos que te pasas tres días después a base de bicarbonato y agua, para bajar todo lo que te has metido en el cuerpo. De esos que alguien se pone a freír churros a media tarde y para cenar rebañamos todas las sobras. Y anda que no está bueno el arroz frío, que yo me lo he comido hasta de tres días, que me vuelve loco, lo que yo les diga. Que yo creo que ya no hace falta que les dé más detalles, uno de esos peroles que todos hemos vivido alguna vez en nuestras vidas. La verdad es que yo he vivido ya unos cuantos, y espero que me sigan quedando, como poco, los mismos, que pocas cosas me gustan más, y lo digo como lo siento, que no estoy exagerando en nada.

Yo sé que lo suyo es subir a la sierra, como se ha hecho toda la vida, está claro, pero que también me lo paso la mar de bien en la parcela de un amigo, y hasta en El Arenal o en un cocherón, ya que nos ponemos, que tampoco hay que ser tan delicados. Que la cosa es juntarse con los amigos y pasarlo en grande echando uno de esos ratos que acabas con la barriga doliéndote de todo lo que has comido y de todo lo que te has reído. Y es que en mi barrio hay dos o tres que cuando se arrancan ya no paran, una cosa mala. Uno de ellos es Cayetano, que yo no he visto hombre con más gracia en todos los días de mi vida, que a todo le termina sacando punta. Pero sin mala idea, sin hacerle daño a nadie, que eso es lo más importante, que muchos eso no lo entienden y a mí me da tela de coraje. En fin, que estoy loco por irme de perol, mejor antes que tarde, hoy que mañana, si fuera posible, que eso lo organizamos en mi barrio en medio periquete. Que las cosas improvisadas, a veces, son las mejores. O eso decimos, que será hasta verdad. Y eso que empezamos con las castañas.

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