Análisis

la gloria de san agustín

Carritos de pingüinos

Esta semana he leído en mi Día que en marzo van a poner carritos de helados que van a ir por las calles y que se van a abrir cuatro quioscos. Pues me parece muy bien, les digo de verdad, porque en Córdoba siempre hemos sido mucho de helados, y de carritos, que de todo hemos tenido a lo largo de los años.

Cuando yo era un nene, que no se vayan a creer que es tanto, que seguro alguno empieza con la chufla, lo que se hacía en las Comuniones, sobre todo, era contratar a un carrito de helado, y eso es lo que comía todo el mundo que estaba invitado. Porque claro, antes las celebraciones no eran como ahora, que todas parecen una boda, haya o no pareja, que yo no sé la de dinero que tenemos, que no tardamos ni cinco minutos en gastarlo. Pues eso, yo recuerdo el helado de mi Primera Comunión y se me hace la boca agua, pero tela, que todavía me acuerdo que era de mantecado y yo creo que es el más rico que he comido en mi vida. Y hubo para todos, pero para hartarse, que si no me comí medio kilo no me comí nada. Para los más jóvenes, decirles que el helado de mantecado es lo mismo que el de turrón, por lo menos en nuestra Córdoba bendita, que hasta para los helados tenemos nuestros propios nombres. Un corte, que yo creo que todo el mundo sabe lo que es, un trozo de una barra de helado, y los pingüinos son un helado de nata cubierto de chocolate, que seguro conoce menos gente. Pues eso.

Yo creo que mucha culpa de esto, de que nos guste tanto el helado, digo, la tiene David Rico, que yo no sé la de años en la esquina de Las Tendillas. Pocas veces me ha enviado mi padre a comprar helado por la siesta, en pleno verano, pero veces, y allá que me plantaba yo, que tampoco protestaba. Me acuerdo que lo ponían en aquellas cajas de corcho blanco para que durara, y cuando llegaba a mi casa lo devorábamos en cinco minutos, cuando no en uno. Qué cosas. David Rico, como la esquina de Telefónica, también era célebre porque allí quedábamos los chavales, en aquellos tiempos sin móvil ni cosas raras, que eran los dos sitios, que vaya los revuelos que se montaban. En fin, que de todo lo que me he acordado gracias a los quioscos de helados que van a poner, y es que la memoria tiene esas cosas, sobre todo cuando se ha vivido. Y lo que nos queda, espero. Además, como siga así el tiempo, marzo me parece tarde para los helados, que lo mismo hay que ponerlos este mismo mes, que vaya primavera nos ha entrado de repente.

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