Vaya semana buena que estamos echando, pero de las mejores que recuerdo en los últimos años, que hemos pasado hasta calor, lo que yo les diga, que los paraguas los tenemos con telarañas, que no ha caído ni una gota, una barbaridad. Y toda Córdoba en la calle, detrás de las procesiones o por ahí de viaje, que lo bueno de este tiempo es que cada cual lo puede aprovechar en lo que más le gusta y conviene.

Eso sí, la que han tenido que pasar los costaleros y los nazarenos ha tenido que ser menuda, que me ha parecido ver cirios doblados de la calor, lo que yo les diga, y que no estoy exagerando ni una coma, que es que ha caído la más grande, pero tela marinera. Que por Capuchinos vi salir a unos costaleros de debajo del paso y daba cosa verlos, que tenían el costal y la faja empapadas, como si hubieran salido de una piscina, y no se vayan a creer que me estoy inventando algo. Aunque yo no sé si ha sido peor lo de los nazarenos, que los costaleros van saliendo y entrando, pero es que los otros se pasan unas cuantas horas debajo de las túnicas y con los capirotes puestos. Pero aunque hayamos pasado algo de calor, la gente lo ha agradecido, que la Semana Santa gusta más así, que cuando nos pasamos el día hablando del tiempo y mirando hacia arriba con el paraguas en la mano no nos gusta, aunque nos echemos a la calle, pero que no es lo mismo, lo queramos o no.

Vaya locura, pero buena, de semana, que firmo sea así para todos los años. Lo bueno del tiempo que hemos tenido es que lo puede disfrutar todo el mundo para hacer lo que mejor le venga en gana. Que unos amigos del barrio se fueron para Fuengirola y nos han contado que el paseo marítimo parecía la calle Cruz Conde una tarde de sábado en Navidad. Y la gente bañándose en la playa, de verdad, lo que yo les cuente, que he visto las fotos en el guasa de Cayetano. Y la gente pidiendo valgas fresquitos en las barras, para acompañar los espetos, que la verdad es que un poco de envidia sí que me han dado. Aunque yo también me lo he pasado en mi Córdoba bendita de lujo, que viendo esas calles repletas y la gente pasándolo en grande ya me basta, que con eso me conformo, y si encima cae una cervecilla o un mediecito en una taberna eso ya es lo más parecido a estar en un paraíso, de verdad. Y todos los días con la rebequita que me regaló Soraya, más en la mano que puesta, pero lo que importa es la intención, o eso es lo que dicen.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios