El jueves hizo un día de escándalo, de pura primavera, que solo faltó que los caracoles tuvieran las conchas verdes y blancas para que fuera perfecto, una cosa. Porque hizo un día de Andalucía de los muy buenos, tirando casi a verano, que vaya tela cómo apretó el sol y cómo se estaba en las terrazas, que menuda gloria.

Ustedes ya saben que yo soy muy de mi barrio, de mi San Agustín bendito, que eso no hay quien me lo quite, al igual que soy muy cordobés, pero de los pies a la cabeza y también soy, como no podía ser de otra manera, muy andaluz, pero tela marinera, que yo soy de los que piensan que a todo el mundo le gustaría ser andaluz y no pueden, porque esto es un auténtico privilegio, y así debemos de sentirlo. Yo así lo siento, y que conste que lo mismo que me siento andaluz me siento español, pero lo mismo, porque son cosas que no son incompatibles, y esa es una de las cosas que siempre más me ha gustado de los andaluces, lo claro que tenemos eso, y no pasa nada, pero nada, porque eso es como querer a tu padre y a tu madre, a los dos se le puede querer por igual y con los dos te puedes llevar igual de bien, y no tiene porque haber ni malas historias ni nada de nada. Porque yo, al menos, quería lo mismo a mi padre y a mi madre.

Eso sí, tenemos un himno que es una maravilla pero que no hay quien lo cante, tienes que ser Rocío Jurado o Rocío Márquez, la niña esta nueva que canta como los ángeles, para poder cantarlo, porque yo no he visto cosa más difícil en mi vida. Y es que cuando te pones con un grupo a cantarlo hay que ver la de gallos y la de alaridos que se escapan, tanto tuyos como de los demás, porque la verdad que sencillo no es. Pues a lo mejor es a cosa hecha, para que no estemos todo el día cantándolo, que a mí esos que están todo el día con la bandera y el himno en la boca me dan un poco de miedo, porque como siempre he dicho la virtud está en la mitad y los extremos, sean cuales sean, siempre son malos. En fin, que ya estamos en marzo y el frío se va en coche de carreras, que vaya la calor que ya hemos pasado. Eso sí, lo digo ya, que nadie se confíe, que llover va a llover.

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