El Asilo Diplomático en América Latina
Agua para la vida, drama y metáfora
Tribuna Económica
Poco nuevo puede decirse sobre la escasez de agua. El problema sigue formulándose como una ecuación donde la demanda de agua es creciente; la oferta decreciente por la falta de lluvia más la evaporación debida al calentamiento; y no se logra un equilibrio mediante ahorro, conservación, reciclado y desalación. Tenemos buenos estudios como el del BBVA en su monografías de sostenibilidad número 12, julio 2023: “Cuando falta el agua. Para entender y hacer frente a las sequías”, que explica la gravedad del problema y pedir lógica en la demanda, pues nadie sensato sigue hoy el criterio de suministrar más y más agua, sin tocar la forma en que se produce y se vive.
La responsabilidad de ordenar sobre el terreno el agua que se pide y la que se tiene, es sin duda de las autonomías, y los ayuntamientos con capacidad económica. Las desaladoras, a excepción de Cataluña y Baleares, han sido iniciativa del Gobierno central, que las impulsó en 2004, y de nuevo aumenta capacidad, con un incremento previsto del 25% en el sudeste. España es hoy el primer país de Europa y quinto del mundo en desalación, capaz de producir cinco millones de metros cúbicos diarios, suficientes para 34 millones de personas. Pero la agricultura y ganadería, y en menor medida la industria, es el gran problema, y lo que requiere soluciones, dentro de un análisis muy detallado y compromisos públicos y privados.
No es extraño que el presidente del gobierno autonómico esté desorientado, porque recibe presiones diversas, teme los efectos populares de los cortes de agua, y la ruina en la agricultura; y más allá de intentar responsabilizar al gobierno central, hacer campañas pidiendo ahorro, y esperar que llueva, carece de una estrategia. Esta estrategia podría elaborarse a partir de un dictamen, un informe que tuviera al menos siete características: una, debe encargarse por el presidente de la Junta; dos, a una persona con capacidad intelectual para abarcar el tema; tres, no es un trabajo de consultoría, y sólo dispondría de un pequeñísimo equipo a tiempo completo; cuatro, tendría un plazo de nueve meses; cinco, detallaría en el territorio suministro, necesidades, y escenarios probables a futuro en las capacidades de oferta, y previsión de demanda; seis, dispondría de información oficial, la que se recabara sistemáticamente de asociaciones empresariales, y una base socioeconómica Big Data que permita cualquier ejercicio de simulación; y siete, una vez concluido el dictamen desaparecería la pequeña estructura que lo confecciona.
El agua requiere conocimiento técnico y una actitud moral. Hace ya tiempo me llamó la atención una reflexión de N. Marais sobre la necesidad del agua, a propósito del encuentro de la Samaritana con Jesús, cuando éste le pide de beber. Para la mujer se trata de una cuestión terrenal, práctica, alguien tiene sed y necesita agua; para Jesús es la metáfora del agua de la vida, un regalo que se recibe gratis, sin límites, como respuesta a una sed anímica. Es destacable que dentro de lo que se conoce como teología azul, hay una ecología que valora el agua, la preservación de los recursos naturales, y esta dimensión debe estar presente en nuestro pensamiento, frente a una actitud insaciable, material y espiritualmente.
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