El último perol en la taberna Regina
Los residentes del centro de mayores, que regenta la congregación de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, celebran su últimos días en las instalaciones con una comida de convivencia en el barriol despedida La taberna Regina organiza una fiesta de despedida para los mayores que viven en la residencia y festejar la próxima inauguración de su nuevo centro.
Miguel Larrea y Francisco Arroyo cuentan ya los días para trasladarse al nuevo asilo municipal, cuya inauguración acumula más de dos años de retraso. Ambos residen desde hace cuatro y ocho años, respectivamente, en el centro municipal de mayores, y ayer no faltaron al perol de convivencia que organizaron la taberna Regina, los vecinos de la zona y entidades locales, para festejar el próximo traslado y despedir a todos los residentes.
Para Larrea, que tiene 85 años y no hay mañana que falte a la citada taberna para tomarse dos medios de vino, el traslado es "algo bueno". "Me parece muy bien porque es como el que se casa y lleva un piso", apuntó. Albañil de profesión y natural de Villa del Río, Larrea consideró que las nuevas instalaciones en las que vivirá en las próximas semanas -el Ayuntamiento todavía no ha dado a conocer la fecha- serán mejores a las actuales, si bien reconoció que "habrá que acostumbrarse al nuevo barrio".
Su compañero Francisco Arroyo tiene la misma opinión y apuntó que el nuevo centro de mayores del Guadalquivir "es un palacio". "Tendré una habitación para mí y podré dormir solo", señaló.
Uno de los encargados de preparar la fiesta de despedida fue Manuel Herrera, propietario de la taberna Regina. La idea, explicó, surgió el año pasado "cuando organizamos una comida para celebrar la Navidad con los mayores de la residencia Regina y todos los abuelos del barrio". Herrera destacó la importancia del centro de mayores que ahora desaparece, ya que "ha dado mucho calor al barrio". Prueba de ello es que en su establecimiento pasan buena parte del día algunos de sus residentes jugando al dominó o charlando con el resto de clientes.
Arroz, sardinas, jamón y chorizo fueron algunos de los alimentos que las más de 50 personas que acudieron a la cita pudieron degustar al mediodía. Antonio Boyer fue el encargado del perol y mientras esperaba a poder echar el arroz apuntó que la nueva residencia "es más amplia para los mayores". No obstante, reconoció que echará de menos a todos ellos cuando dejen de transitar por las calles de la zona de la Magdalena.
El Consistorio inauguró el centro de la calle Isabel II hace más de 15 años y, desde entonces, ha estado gestionado por la congregación de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, que en 2005 recibió la Medalla de Oro de Córdoba por su trabajo durante el último siglo con los mayores de la capital. El nuevo asilo municipal, que se alza en la calle Libertador Simón Bolívar y cuya construcción ha costado cinco millones de euros, tiene una superficie de 7.000 metros cuadrados y capacidad para acoger a 99 personas, más otras 33 en estancia diurna y otras 30 en el centro de día.
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