Crítica de Flamenco

Una poderosa juventud flamenca

Juan Antonio Sánchez.

Juan Antonio Sánchez. / josé martínez

Reflejos del aguaHHHHH

Piano: Juan Antonio Sánchez. Guitarra: Niño Seve. Cante: Sara Corea y Raúl Núñez. Flauta: Sergio de Lope. Percusión: Lolo Plantón y Miguel Santiago. Bajo: Juanma Ruiz. Baile: Richard Gutiérrez. Fecha: sábado 10 de diciembre. Lugar: Teatro Góngora. Media entrada.

Aunque estuvo todo el rato sentado al piano, para bien, Juan Antonio Sánchez es un cabal -con formación musical suficiente- que sabe tocar la guitarra flamenca y la toca para disfrutarla cuando se le pone junto a los suyos. Pero el sábado, el Teatro Góngora lo esperaba para la presentación de su disco Reflejos del agua, encabezando un plantel de jóvenes que con distintos instrumentos y sus voces, todos en edad de superarse y llegar lejos, no menos aptos siguiéndole con la música de Silverio Franconetti, y la misma corrección que él luce en éste su primer registro discográfico, interpretando varios palos flamencos.

Trabajo que como incluye un repertorio al uso, allí sonaron taranta, bulerías, tanguillos, farruca, cantiñas, soleá por bulerías, tangos y rumba para finalizar, estirándose en todos ellos, aunque la apoteosis final llegó con este influyente palo de ida y vuelta en una especie de poderosa jam session y el marchamo que debe envolver al flamenco, bien dichos con visos de una seguridad que está por llegar, considerando que a la hora de la verdad lo que importa no tiene por qué depender del artilugio con que se acomete. Con los nudillos, Fosforito en una mesa lo hacía todo como otros que le precedieron. El que se precie de artista flamenco lo conseguirá y con la misma facilidad que lo lograba el añorado Chano Lobato, con o sin acompañantes y a ver quién lo dudaba, aun, entonando el miserere del padre Eslava.

Hace ya un año lo traje a colación con Alfonso Aroca y su piano presentando su disco. No hay nada nuevo que pueda extrañarnos cuando un flamenco, como el cordobés Juan Antonio Sánchez, se expresa con este instrumento exhibiendo el pertinente y adecuado rigor tal cual antaño lo hicieron, aunque cercanos en el tiempo, Arturo Pavón y otros, llegando a Chano Domínguez y Dorantes en la actualidad. El sentimiento manifestado en Reflejos del agua la noche del sábado con la farruca y la taranta, el ultraritmo y delirio por tangos, al baile por bulerías y la rumba, acompasados y precisos en las réplicas al pellizco del cante como de la dulce flauta, con tanto talento deslizados.

Hay que insistir: es cierto que en el cuarto de los cabales, espacio de naturaleza restringida, se adecúa mejor solo el cante y el toque, pero cuando la amplitud permite acoger a más flamencos, formar el lío será cosa hecha para quienes sean capaces de aportar el oficio y la química que al público llegue, como el sábado en el Góngora, levantándolo de sus asientos, entregados, cuando los artistas se despedían.

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