Concierto

En el matadero de Alphaville

  • Los Punsetes presenta en el Ambigú su último disco, '¡Viva!', y repasa sus cuatro trabajos anteriores

Luis, Manu, Ariadna y Jorge, anoche en el Ambigú.

Luis, Manu, Ariadna y Jorge, anoche en el Ambigú. / El Día

Empezar un concierto con Matadero es toda una declaración de intenciones: "Por favor, dejadme en paz", canta Ariadna al final de la canción, apenas un minuto de voz sobre un punteo de guitarra y una batería como cierre. Así se presentaron anoche Los Punsetes en el Ambigú en su primera visita a Córdoba en más de diez años de carrera. El grupo madrileño venía a presentar ¡Viva!, su trabajo más reciente, aunque la actuación fue un resumen de sus cinco álbumes de estudio, cincelados a base de guitarras distorsionadas, espíritu punk, cuerpo pop y letras irreverentes y necesarias.

A ningún seguidor de la banda debería a estas alturas sorprender la actitud de Ariadna sobre el escenario, mirada perdida, escultura hierática de brazos caídos y cabellera revuelta, figura hitchcockiana sobre plataformas de lentejuelas plantada ante el micro entre la maraña de distorsión de Jorge y Manu, los dos guitarristas. Un par de veces giró el cuello en algo más de una hora de concierto. Poco más. Y debe ser difícil permanecer impasible cuando uno entona versos como los de Alphaville, título prestado de la película de ciencia ficción de Godard –"en un lugar donde no lloran ni por las mujeres muertas, y no importa ni quién se va ni quién se queda"–. O la aparentemente inocua Museo de historia natural con su repetitivo verso final –"Sólo quiero estar muerto"–.

Sin dejar descanso entre canción y canción, en poco más de una hora cupo mucho punsete. Sonaron Humanizando los polígonos y sus "dedos que rozan la mano de Dios"; ese perdigón punk pop que es Mabuse y su trabalengua sobre herencias y herederos; el caramelo envenenado de Dos policías, su primer hit; Alferez provisional, en la que ya es imposible no imaginarse a los cinco miembros del grupo hacerse la puñeta como en el videoclip, o la muy planetas Estrella distante, la composición más larga de la banda, casi ocho minutos de distorsión y ruido blanco en los que las guitarras mecen la voz de Ariadna, de nuevo, cantando sobre la muerte. 

Y, como remate, sus hits, encadenados uno tras otro. Opinión de mierda, Me gusta que me pegues y, sobre todo, Tu puto grupo, su single más reciente, canción necesaria en el circo de la música llamada a perdurar y la composición más coreada por una sala que se llenó y a la que no le importaron los acoples puntuales de sonido o que la voz de la cantante, en algunos momentos, quedara sepultada por la distorsión. Se despidieron con ¡Viva!, irónica celebración -o no- de las cosas feas de este mundo con letra que cada uno podría completar a su antojo. "Buenas noches, muchas gracias", fue la despedida de Ariadna cuando sus compañeros ya se habían marchado del escenario y por los altavoces seguían reverberando las guitarras. Hasta pronto.

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