Benjamin Lacombe. Ilustrador

"Es curioso que la imagen haya tardado tanto en llegar a los libros"

  • El dibujante francés firmó ayer en la librería Luque ejemplares de su última creación, una edición de 'Carmen' de Prosper Mérimée a la que dado vida a través de sus pinceles

Benjamin Lacombe, fotografiado antes de la entrevista.

Benjamin Lacombe, fotografiado antes de la entrevista. / juan ayala

Desde niño, la mejor forma de expresarse para Benjamin Lacombe (París, 1982) era la ilustración. Era "algo natural y una auténtica necesidad" mostrar el mundo y sus pensamientos a través de sus trazos. Aunque al principio quería dedicarse a los dibujos animados, pronto se dio cuenta de que ese no era su camino ya que "deseaba contar mis propias historias y hablar de mis propios personajes". Sin embargo, la ilustración le pareció "un mundo infinito de posibilidades, una forma de libertad absoluta". En 2006 logró traspasar las fronteras de Francia con el libro infantil Cereza guinda, con el que inició una prometedora carrera en el mundo editorial. A éste le han seguido, entre otros, Alicia en el País de las Maravillas,Nuestra Señora de París, Frida, Los Amantes Mariposa, Blancanieves o Genealogía de una Bruja. Ahora se ha atrevido con Carmen, la novela de Prosper Mérimée que ha interpretado con sus ilustraciones y de la que ayer firmó ejemplares en la librería Luque.

-¿Cuánto tiempo ha dedicado a este proyecto?

-Cinco años; ha sido un trabajo bastante dilatado. Desde que empecé con Edelvives, mi editorial en España, queríamos trabajar codo con codo sobre un personaje fuerte y me vino a la cabeza hacerlo sobre Carmen. Empecé a documentarme y a viajar a Andalucía para abordar este proyecto. El trabajo de ilustración en sí mismo comenzó hace dos años.

-¿Qué le atrae de Carmen?

-Fui yo quien propuso a Edelvives hacer este libro, sobre todo por lo muchísimo que me había emocionado la ópera de Bizet. Quería trabajar con Edelvives con personajes hispanos para que fuese una relación mutua, tal y como había hecho con otras editoriales francesas. No quería dar sobre los españoles una visión de francesito; por eso quería formarme y necesitaba el bagaje de una editorial española que me ayudara a progresar. No hay nada peor que, por ejemplo, cuando veo manga sobre Versalles, con muchos errores históricos flagrantes. Ese toque kitsch folclórico era lo que yo no quería. De Carmen me interesaba el personaje; una mujer polivalente, seductora, peligrosa, el arquetipo de la mujer fatal y al mismo tiempo súper inteligente. Si la vemos con los ojos de hoy en día es un icono de libertad y feminismo.

-¿Cómo ha sido el estudio del personaje?

-No ha sido sencillo hacerlo. Me costaba encontrar el personaje de Carmen, incluso a Mérimée le pasó lo mismo; tuvo distintas fuentes de inspiración, lo mismo que yo. Normalmente hay una persona que me inspira gráficamente cuando hago una obra, pero con Carmen no. Aquí fueron tres: Paz Vega, Penélope Cruz y una amiga que se llama Nathalie.

-¿Desde fuera se sigue viendo a las andaluzas como un tipo de Carmen, como mujeres temperamentales?

-Sí (ríe), pero ojo que Carmen no era solo eso, también era súper peligrosa. Pero sí, fuera se tiene la visión de las españolas como mujeres fuertes, para nada introvertidas ni frágiles.

-Ya había abordado el arquetipo de la mujer gitana en Nuestra Señora de París con Esmeralda.

-Son muy diferentes. Muchos me han dicho: "pero si ya has hecho una gitana, ¿vas a rehacer lo mismo?" Pues para nada. Es cierto que hay muchísimas diferencias entre las dos. Esmeralda es una mujer sublime que es víctima de su belleza, no se da cuenta del efecto que tiene sobre los hombres y esa es la fuente de todos sus males. Está atada por esa belleza que no domina. Carmen sí la domina y la utiliza como arma de seducción para manejar como meras marionetas a los hombres. Siempre va tres pasos por delante. Por eso he utilizado la metáfora de la tela de araña que ella va tejiendo poco a poco con sus armas de seducción. Una vez que los hombres caen ahí, están atrapados para siempre. Desde el punto de vista gráfico también son muy diferentes. De todos los personajes que he creado, Carmen es el más adulto y el más sensual.

-La gran mayoría de sus protagonistas son mujeres. Están Carmen, Alicia, María Antonieta, Frida… ¿Cómo se introduce en ese universo femenino?

-Hay personajes masculinos también pero sí es cierto que hay cuatro o cinco libros con unas mujeres súper fuertes. Me interesan mucho los personajes femeninos porque están presentes en la literatura clásica y son ciertamente complejos. Cuando se escriben personajes masculinos se les traza como muy viriles y con una fortaleza que les impide mostrar cualquier tipo de debilidad y de demostrar sus sentimientos. Las mujeres en la literatura son más polivalentes, permiten una paleta de sentimientos mucho más amplia. Meterse en esos personajes es difícil, hay que adentrarse en su psicología, documentarse e intentar comprenderlos. Si abres la mente, te liberas de ataduras y no te pones trabas, consigues entender sus razonamientos. Además, es cierto que he estado muy rodeado de mujeres fuertes; tengo dos hermanas, sobrinas y una madre que es psicóloga. Ellas son grandes fuentes de inspiración.

-¿Cómo ha evolucionado su dibujo desde Cereza guinda, la obra que lo lanzó al mercado editorial?

-Intento superarme en cada obra, hacerlo mejor que la anterior; es decir, abordar cada libro como un auténtico desafío. En general, intento hacer cosas totalmente diferentes y eso me obliga a evolucionar.

-En los últimos años ha habido un boom de la literatura ilustrada. ¿A qué cree que se debe?

-Depende del país porque la situación en Francia no tiene nada que ver con la de España. En el mercado español había poco libro ilustrado y ha habido una gran evolución a la que creo que yo he podido contribuir humildemente con una ilustración que no sólo es para niños sino que pueda interesar a los adultos. Hace unos años el libro ilustrado sólo era para niños y, sin embargo, un libro como Carmen para nada es para el público infantil. Creo que vivimos en una sociedad de imagen pura, es decir, incluso los niños y adolescentes viven en un mundo que profesa un culto a la imagen muy fuerte, mucho más que hace 20 años. Me he dado cuenta de que son capaces de entender y analizar una imagen mucho más rápido que las generaciones precedentes. Es curioso que viviendo en una sociedad así, las imágenes hayan tardado tanto en llegar a los libros.

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