ENTREVISTA · ENRIQUE SOBEJANO

"La arquitectura espectáculo tiene sus días contados porque está vinculada al despilfarro"

  • Dos de los edificios culturales más emblemáticos para la Córdoba contemporánea, la Sede Institucional de Medina Azahara y el C4, llevan el sello de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, participante en las jornadas

El estudio de arquitectura Nieto & Sobejano (que forman Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano) está de plena actualidad en Córdoba. Sus dos socios fueron los ganadores del proyecto para la construcción de la nueva sede institucional del conjunto arqueológico de Medina Azahara, cuyas obras están a punto de concluir, e igualmente han redactado el proyecto del Centro de Creación Contemporánea de Córdoba (C4), situado en el parque de Miraflores y cuyas obras está previsto que comiencen este verano. Su sensibilidad hacia la intervención en edificios históricos, como el caso de la ampliación del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, les valió el pasado año el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales que concede el Ministerio de Cultura.

-En ciudades como Córdoba, con una carga patrimonial tan fuerte, ¿el papel del arquitecto se ve más limitado?

-Para mí es al contrario. Es muchísimo más motivador. Estoy seguro de que tanto la sede de Medina Azahara como el C4 no habrían despertado nuestro interés si hubieran estado en otras ciudades que no tuvieran el carácter, la historia o el patrimonio que tiene Córdoba. En el caso de Medina Azahara se trataba de intervenir en un yacimiento arqueológico, y ésa era la clave de nuestro proyecto. El C4, aunque será un centro de arte contemporáneo de pura vanguardia, no hubiera tenido el mismo sentido si su futura ubicación no hubiera estado enfrente casi de la Mezquita y del casco histórico; el proyecto acaba vinculándose a la ciudad donde está. Cuantos más condicionantes hay, mayor motivación tiene la arquitectura contemporánea, a pesar de que siempre hay posibilidad de críticas.

-Precisamente éstas han llovido a raudales en el caso de la reciente restauración del Puente Romano. ¿La conoce?

-Las reacciones muchas veces ocurren pero no creo que siempre atesoren todo el conocimiento de las razones de por qué las intervenciones se hacen así. No conozco muy bien este caso, pero hay que tener en cuenta la situación en la que estaba antes el puente. Son intervenciones que, como todas, pueden provocar opiniones enfrentadas, pero si se hacen con la calidad que requiere la nueva arquitectura, estarán bien.

-Por ahora sus proyectos en la ciudad no han suscitado este debate, y quizás hayan logrado el efecto contrario, que estos edificios no sean vistos como intrusos en la arquitectura cordobesa.

-Hasta hace pocos años lo que ocurría en Córdoba era que había una dicotomía absoluta entre el casco histórico y todo el extrarradio, con una arquitectura moderna en su gran mayoría de muy baja calidad. El hecho de que ahora ciertos edificios de calidad estén implantándose en estos lugares sí que ha hecho cambiar la mentalidad de la gente y esto es positivo.

-Recientemente la Fundación BBVA presentaba un ambicioso estudio, Circa 2000, que concluía que la arquitectura espectáculo había llegado a su fin y se debía propugnar una nueva era de arquitectura sostenible. ¿Está de acuerdo?

-Ésta es una cuestión que está en el aire. La necesidad de una arquitectura sostenible es importante. La sostenibilidad la deberíamos haber asumido hace mucho tiempo. Lo malo es que acaba, por error, asumiéndose como una pura etiqueta comercial. La arquitectura sostenible está vinculada a cada lugar, a cada orientación, a los materiales… Me interesa y me parece una cuestión fundamental para el futuro próximo, pero no entendido como un eslogan publicitario. En cuanto a la arquitectura espectáculo, nosotros siempre hemos tendido a rechazarla porque en muchos casos se convierte en pura apariencia, en puro baile de firmas que imponen edificios que no tienen relación con los lugares en los que están, aunque también haya excepciones de gran calidad. La arquitectura espectáculo tiene sus días contados porque está vinculada al máximo despilfarro económico.

-¿Pero hay que defender la sostenibilidad a cualquier precio?

-Mucha gente está confundida con este concepto porque lleva la sostenibilidad casi a la caricatura. Por ejemplo, nadie pondría como ejemplo de edificio sostenible la sede de Medina Azahara porque no está plagada de paneles solares, y sin embargo es un edificio más sostenible que muchos otros porque está semienterrado y tiene mucha más sinergia térmica, sus muros son de hormigón y evitan el exceso de calor; además, está iluminado por patios y no tiene la luz directa de cristaleras.

-Esto ya lo hacían los alarifes musulmanes.

-Es que no es un concepto moderno. Precisamente ahora ha saltado la alarma porque hay muchas edificaciones que manifiestamente no son sostenibles. Un ejemplo tremendo es Dubai, que está construyendo una especie de Manhattan en pleno desierto, con pista de esquí cubierta incluida. Esto sería ejemplo de la antisostenibilidad.

-¿Qué papel asume el arquitecto dentro del proceso de urbanización de las ciudades?

-No cabe duda de que al arquitecto le toca el último escalafón, cuando ya se han tomado todas las decisiones económicas, políticas, sociales, de infraestructuras… Nuestro papel es el que menos control tiene sobre los acontecimientos que se generan en la ciudad, y sin embargo es el que más se ve; es la arquitectura que todos vivimos, tocamos, sentimos y de la que todo el mundo opina. Si nuestro trabajo es bueno será capaz de generar una transformación en el área donde se sitúe, al igual que un libro es capaz de alterar la conciencia de todos los que lo leen. Ése es el papel que a mí me interesa como arquitecto.

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