Cultura

¡Viva Madrid! ¡Arriba España!

Si Sangre de mayo hubiera durado dos horas y no dos horas y media... Si su título no fuera precisamente Sangre de mayo...

José Luis Garci adapta de nuevo a Benito Pérez Galdós (Episodios Nacionales: 19 de marzo y 2 de mayo) tras El abuelo y rueda con el mayor presupuesto de su dilatada carrera (15 millones de euros), en parte facilitado por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. El dinero luce en la pantalla como suele hacerlo en estos casos: en vestuario, decorados, localizaciones, maquillaje, peluquería y detalles de época. Aun así, Madrid era una esquina. Durante las dos primeras horas de esta Sangre de mayo se aprecia esa contención tan cara al director de Canción de cuna, la oscarizada Volver a empezar, Sesión continua o Historia de un beso, esa obsesión por ser más clásico que los clásicos (sic), una cierta soltura para hilvanar el relato coral y trazar el retrato de tipos literarios, el cuidado por el encuadre, la atmósfera y la luz (siempre ocre, deudora de una estética pictórica evocada en cada plano), el regodeo en un casticismo sereno y reposado, el detenimiento en el léxico costumbrista como marca de distinción de clase, el regusto por las transiciones suaves a golpe de fundido encadenado...

Sin embargo, Sangre de mayo tiene un apósito de media hora que sentencia las verdaderas intenciones y limitaciones conceptuales del filme de Garci como una gran losa lapidaria. Un largo epílogo, escasamente épico (la cámara se suelta o se ralentiza indistintamente), atropellado, antidramático y patriótico hasta decir basta cierra este fresco goyesco sobre un grupo de pícaros, prestamistas, artesanos, comerciantes, curas y vendedoras de flores que, en una clausura tan previsible como desangelada, protagonizan la réplica filmada de los Fusilamientos del 2 de mayo.

Y es entonces cuando la sangre derramada de "aquellos heroicos madrileños" se consagra como la sangre de toda España mientras en pantalla surgen las imágenes aéreas del nuevo Paseo de la Castellana y el estadio Santiago Bernabéu. Podría haber sido más caro, difícilmente más torpe.

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