Madrugada festiva

Travesía de lo jondo a lo heterodoxo

  • Daniel Casares y la Orquesta de Córdoba inauguran en la plaza de las Tendillas una cita con 13 escenarios para escuchar desde las propuestas más tradicionales a las más renovadoras

La Noche Blanca

El flamenco desde lo sagrado a lo heterodoxo, desde las raíces a las nuevas formas de entenderlo, se mostró la pasada madrugada en los 13 escenarios repartidos por la ciudad, principalmente por el Casco Histórico, que compusieron la melodía de la undécima edición de la Noche Blanca. Una fiesta que llega marcada por la introducción de artistas que se caracterizan por su visión renovadora, sin olvidar a los que llevan muchas veladas a sus espaldas guardando la tradición. Otros forman parte de esa dualidad, siempre respetando los límites del arte jondo.

Esas dos caras del flamenco ya aparecieron en el espectáculo inaugural: guitarra flamenca y música sinfónica para dar vida al Concierto de Aranjuez, el tema más universal de Joaquín Rodrigo. Daniel Casares y la Orquesta de Córdoba, bajo la dirección de Lorenzo Ramos, se unieron anoche por primera vez en un espectáculo en el que mostraron su sintonía. No en vano, el malagueño ya tiene experiencia al haber compartido escenario en varias ocasiones con la Filarmónica de Málaga, mientras que la formación cordobesa lo ha hecho con guitarristas como Juan Manuel Cañizares, Vicente Amigo o Manolo Sanlúcar.

Casares imprimió su sello flamenco a esta obra en la que la guitarra dialoga con el resto de instrumentos. El malagueño plantó cara a la composición, una vez más, sin partitura frente a él, lo que refleja el grado de conocimiento que tiene del Concierto de Aranjuez y la perfecta unión que ha aprendido a tener con la orquesta. Y a esta célebre composición del Maestro Rodrigo le siguió otra escrita por el mismo guitarrista, La luna de Alejandra, una bella obra que refleja los sentimientos del autor por el nacimiento de su hija.

De nuevo, la inauguración fue de calor. Los abanicos y las botellas de agua formaron parte del kit para sobrevivir a la Noche Blanca debido al ascenso de las temperaturas que ha habido en la última semana y, sobre todo, en los dos últimos días. Esto animó a hacer paradas en el camino para refrescarse en bares y tabernas que abrieron hasta altas horas de la madrugada con motivo de esta cita con el flamenco.

Y mientras Casares y la Orquesta daban su concierto en esta inauguración muy diferente a lo acostumbrado a ver en otras ediciones, tres espectáculos comenzaban en otros tantos barrios. En un patio del Alcázar Viejo -qué mejor escenario- el cantaor gaditano David Palomar (que empezó por bulerías y alegrías) y el bailaor cordobés Rafael del Pino Keko, ambos premiados en el Concurso Nacional, congeniaron a la perfección con el público que acudió hasta este castizo rincón de Córdoba.

Por otro lado, a la plaza del Jazmín de Fátima llegaba la Peña Flamenca Femenina de Huelva con un repertorio en el que destacaron los cantes onubenses, mientras que en la plaza de la Marina Española del Parque Figueroa los hermanos Alfonso y Miguel Linares en formación de sexteto presentaron su espectáculo Origen.

La sacralidad marcó el camino en esta travesía nocturna por la flamencura hacia escenarios como el de la plaza de San Agustín, un barrio de sabor añejo que acogió a Capullo de Jerez y Jesús Méndez, dos jerezanos que acercaron el arte de su tierra.

Y es que la madrugada tuvo sabor a Jerez. Poco más tarde y tras la actuación del Alí Kattab Trío, José Mercé ocupó las tablas de la Corredera por tercera vez en la historia de la Noche Blanca. Conocedor de la tradición y a la vez innovador capaz de fundir el flamenco con otra músicas, en esta ocasión Mercé se centró principalmente en lo clásico. El cantaor nunca falla y prueba de ello fue la gran cantidad de público que acudió a este espectáculo.

Otro de los platos fuertes fue Antonio Canales, que se estrenaba en la Noche Blanca con Soleado junto a la bailaora cordobesa Carmen la Talegona; y lo hizo en uno de los escenarios más atractivos, el del Compás de San Francisco.

La otra orilla del río también tuvo protagonismo en esta edición con el montaje Lo esencial, de Isabel Bayón, artista que ha evolucionado a la vez que lo hacía el baile flamenco, siendo por tanto conocedora de la raíz pero también de las nuevas tendencias; mientras que en Miraflores, junto al Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), Niño de Elche presentaba la propuesta más rompedora y alejada del arte jondo, Negro+Blanco= Flamenco. Mientras, Rocío Márquez, figura innovadora pero que a la vez sabe guardar la tradición, llegó al Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, aunque en esta ocasión vino con un espectáculo basado en su repertorio más clásico.

Siguiendo con Jerez, la actuación de Diego Carrasco -prevista a las 03:30 en la plaza del Potro- recordó sus 50 años de trayectoria y animó a los que ya dudaban entre irse a su casa o quedarse para ver a Alba Molina en el fin de fiesta en la Puerta del Puente, allá sobre las 05:00.

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