Cultura

El arte sacro de Teno irradia misterio en el Patio de los Naranjos

  • Monjes, eremitas, ángeles y representaciones de Cristo protagonizan una exposición de 55 obras que explora una de las facetas más singulares en la obra del creador pedrocheño

El Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral es la sede de la cuarta exposición del Año Teno, que explora la faceta del pedrocheño como creador de arte sacro. Cincuenta y cinco obras escultóricas y pictóricas procedentes del Obispado, la familia de Teno, la Fundación Cajasur y un coleccionista particular integran una muestra comisariada por Cristóbal Cordero que puede visitarse en la galería ubicada junto a la Puerta de Santa Catalina hasta el 9 de noviembre. Y en la que desde el principio hasta el final se rastrean los elementos que definen el arte del homenajeado, su singular estética, su desafiante juego con los materiales, su temblor y su conflicto, su búsqueda y su dolor. Puro Teno entre cristos, santos, eremitas, obispos y un águila que simboliza el Evangelio de San Juan.

"Aurelio Teno es uno de los grandes artistas del siglo XX, que ha dejado para la posteridad una gran obra pictórica y escultórica que aún hoy no se conoce lo suficiente", indicó en la inauguración el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que subrayó el componente "desgarrador expresionista" de estas creaciones que serán vistas por "muchos miles de visitantes". La muestra, producida y patrocinada por el Cabildo Catedral de Córdoba en colaboración con la comisión del Año Teno, forma parte asimismo del programa de actividades del 775º aniversario de la Catedral.

En Teno, explicó Cordero, renace cierto sentido religioso (vinculado casi inevitablemente a preocupaciones y formulaciones estéticas) a partir de 1989, cuando "compra y reconstruye el monasterio de Pedrique", donde encuentra "una magia y una fuerza especiales para crear obras". En este paraje "pleno de espiritualidad a través de las impregnaciones ambientales, oscuras y luminosas, que dejaron los ermitaños que lo habitaron", Teno desarrolla una faceta sacra, sin abandonar su lenguaje expresionista, que halla también estímulo en "el conocimiento de la vida ascética de San Onofre".

La exposición se abre con dos bustos de místicos del año 1975: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, en los que se percibe "la influencia de la escultura barroca española del siglo XVII". Y contiene una amplia selección de monjes, santones y eremitas que remiten a los que habitaron estos lugares de la sierra. "En sus ensoñaciones místicas -explica el comisario-, a manera de plasmaciones sobre el muro, recreará sobre el plano utilizando colores puros, como si fueran resquebrajados y desconchados frescos, una fantasmagórica galería de retratos: son los monjes que vuelven del pasado".

San Onofre (1990) supone una "evolución" respecto a los bustos de los dos místicos, "encaminada hacia un expresionismo más puro, ejecutado con una magistral técnica en la integración de los materiales". Del mismo año es el Cristo de la corona, con su mineral negro salpicado con flores de cuarzo blanco: un "poético y raro contraste iconográfico".

En la exposición destaca también el Águila "llena de dinamismo" que simboliza el Evangelio de San Juan, pieza "soberbia y emblemática, exponente espectacular de la fusión de escultura y orfebrería". Fue realizada en 1984 y recaló en el Museo Diocesano.

Teno realizó algunas obras por encargo del obispo de Córdoba José Antonio Infantes Florido. Entre ellas el Cristo crucificado de la Liberación (1993), "desgarrado, con las manos abiertas y suplicando compasión", y la Puerta del sagrario para la parroquia de la Aurora (1996). También hizo un retrato del prelado "a imitación de los romanos" y en el que "muestra un clasicismo renovado" por su singular expresionismo.

El artista pedrocheño dedicó su última escultura modelada a San Rafael (2010), cuya cabeza recuerda la de "un indígena", revestido "con ropajes ahuecados y dinámicos". La exposición se cierra con el panel Vía crucis del Cristo del Aceite, "alejado de la ortodoxia católica".

Monjes alucinados, cristos desgarrados, ángeles caídos, místicos insólitos. El programa artístico de Teno encuentra en la disciplina sacra un territorio favorable para su expansión. Así lo refleja esta exposición que pone de nuevo al alcance de los ciudadanos la obra de este creador nacido en 1927 en Las Minas de Soldado (Villanueva del Duque) y que a los nueve años comenzó a trabajar como aprendiz en el taller del escultor imaginero Amadeo Ruiz Olmos, adquiriendo conocimientos en talla, estofado y policromía. Tres años después ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba, donde estudió dibujo y pintura.

Teno se trasladó en 1950 a Madrid para continuar sus estudios y entró en contacto con los círculos artísticos de la ciudad, al tiempo que realizaba sus primeros trabajos de orfebrería. Ocho años más tarde viajó a París, donde comenzó a hacer incursiones en el arte abstracto, el pop-art, el informalismo y el expresionismo. Tras su etapa parisina regresó de nuevo a Madrid y poco después le llegó la oportunidad de exponer su obra fuera de España.

En la producción de Teno destaca el monumento al Quijote en el Kennedy Center de Washington, realizado en 1976. El personaje de Cervantes es un motivo esencial en sus creaciones.

Pasó sus últimos años en Pedrique, cerca de Villaharta (en el término municipal de Pozoblanco). Recibió numerosos premios y distinciones y murió en 2013. Este año, una serie de exposiciones revisa su legado en Córdoba.

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