Música clásica

Serpientes barrocas

  • La Orquesta Barroca de Sevilla dedica su tercer disco a rescatar música inédita de las catedrales de Málaga y Cádiz

Aunque aún se arrastra un considerable retraso con respecto a las más importantes naciones de Europa, en España se trabaja desde hace tiempo en la línea correcta para el rescate del patrimonio musical. Aunque todavía quedan muchos archivos y bibliotecas por expurgar, poco a poco se van conociendo nombres de compositores por completo olvidados durante siglos cuya música no sólo es perfectamente asimilable a la europea de su tiempo, sino que es apreciada y aplaudida con entusiasmo por los públicos a los que se presenta.

El camino parece bien trazado, y pasa por la formación de musicólogos armados con las más modernas estrategias y medios de investigación y el desarrollo de planes coordinados de estudio, que deben ser seguidos por la edición, interpretación y grabación de todo aquel material que sirva para documentar las formas musicales de periodos o lugares concretos de nuestra historia. Que luego sea el mercado el que haga de filtro y sirva para orientar la actividad de los intérpretes, pero que no sean ni la desidia ni la desinformación las que impidan poner a disposición del disfrute público el rico patrimonio musical hispánico.

Por supuesto que todo ese proceso tendrá más posibilidades de éxito si para la interpretación y grabación de la música rescatada se cuenta con intérpretes del máximo nivel, como muestra este nuevo lanzamiento de la colección de Documentos Sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía, que recoge música hasta hace poco inédita de compositores que trabajaron en el siglo XVIII en las catedrales de Málaga y Cádiz. Contando con la batuta del vehemente maestro suizo Diego Fasolis, la Orquesta Barroca de Sevilla (en el que es sólo su tercer disco), el Coro Barroco de Andalucía (que hace aquí su puesta de largo discográfica) y dos importantes solistas españoles, la soprano María Espada y el contratenor David Sagastume, centraron sus esfuerzos en la figura del compositor navarro Juan Francés de Iribarren (1699-1767), maestro de capilla de la Catedral de Málaga entre 1733 y 1766, cuando dejó el puesto aquejado de la enfermedad que le causaría la muerte al año siguiente, de quien se ofrecen una serie de obras paralitúrgicas (cantatas, villancicos) de una brillantez inequívocamente italiana. La figura grande de Iribarren se contextualiza con la de otros maestros, como la de Jaime Torrens (1741-1803), su sucesor en la seo malagueña, de quien se ofrece el aria dedicada a la Concepción que da título al CD (esa serpiente venenosa que pisa la Inmaculada de Tiépolo en la ilustración de portada), y la de tres compositores que trabajaron en Cádiz, Juan Domingo Vidal (1735-1808), Luis de Mendoza y Lagos (1718-1798) y Francisco Delgado (1719-1792), de quienes se ofrecen obras litúrgicas en las que el peso de la tradición barroca es aún muy notable.

La extraordinaria grabación permite apreciar la vitalista y vigorosa dirección de Fasolis, un estilo que conviene especialmente bien a María Espada, sencillamente espectacular, por potencia, musicalidad, dominio técnico de las dificultades y expresividad, y a la Orquesta Barroca de Sevilla que, con la húngara Kati Debretzeni de concertino, puede desplegar su intenso y exuberante sonido. Buena labor de Sagastume y magnífico debut discográfico del coro. Que el trabajo siga por esta línea, y no se trate de una fugaz serpiente de verano.

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