Cultura

Sensibilidad y belleza transformada en baile

Tres bailaoras en el escenario del Gran Teatro para hacer realidad la visión de un baile flamenco con todas las de la ley, aunándose tradición y creatividad de manera sublime. Se trató de dar a conocer el baile sin ningún postizo que pudiera distorsionar el objetivo del mensaje plástico. Las claves flamencas de siempre proyectadas con indiscutible personalidad por parte de Merche Esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina. Y se sucedieron los bailes con la elegancia estética que correspondió a cada estilo realizado, también con la carga dramática necesaria.

Por separadas o en conjunto, las tres artistas hicieron proclama de un flamenco que atrapó, por seducción y palpitación expresiva. Un amplio repertorio de bailes en el que la estética femenina alumbró momentos de una brillantez exquisita, como cuando Merche Esmeralda hizo gala de su maestría con la bata de cola. Momentos cumbres de baile que fueron sucediéndose con una asombrosa naturalidad, como los tangos de Belén Maya o la seguiriya de Rocío Molina… Bailes tan en desuso y originales como los caracoles coreografiados por Manuel Liñán, o el que partiendo de los romances delineó una imagen idílica que nos transportó al siglo XV. Detrás de toda la exitosa trama argumental y estética, Mario Maya como director artístico, bailaor que ha aportado una manera de concebir la dramaturgia del flamenco y cuyos pasos, movimientos y recursos técnicos estuvieron presentes en cada baile que se puso de manifiesto el pasado jueves. Desde su clásico molinillo hasta la pose de estampa de brazos en horizontal perfilando figura se sucedieron, asimilados por las tres bailaoras como propios. De ahí la importancia de la escuela creada por Mario Maya, que permite la progresión personal de otros bailaores, en este caso bailaoras con una impronta artística en la que sensibilidad y trascendencia conforman la razón de su ser.

Belén Maya configuró baile en el que la belleza de movimientos estuvo afianzada por una contemporánea visión de la danza, complemento de otras actitudes como la mostrada por Merche Esmeralda, maestra en la colocación del cuerpo y el braceo. Baile al cien por cien al que contribuyó también de manera imprescindible Rocío Molina, capaz de proyectar inquietudes de gran calado sensitivo en sus bailes en solitario. Con Mujeres se han podido apreciar tres maneras de concebir la danza flamenca, así como la capacidad para armonizar conceptos distintos por parte de bailaoras de generaciones distintas, también en su formación y sus vivencias. El público quedó satisfecho y agradeció la muestra de baile ofrecida, que permitió volver a vivir lo flamenco sin ambages, prescindiendo de tramoya efectista para que sólo se pudiese disfrutar de baile sin más.

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