Cultura

Rosa Ribas se sirve de un licántropo para recordar la emigración española

  • La escritora de novela negra publica 'La luna en las minas'', cuya acción parte del Maestrazgo

Coronada ya entre las damas españolas de la novela negra por su comisaria hispanoalemana Cornelia Weber-Tejedor, la escritora Rosa Ribas rinde ahora homenaje al fenómeno de la emigración española en Alemania en su última novela, La luna en las minas (Siruela), protagonizada por un licántropo moderno.

La obra se sitúa en el Maestrazgo, en un pequeño pueblo, Vistabella, donde nació su abuelo materno, "y donde pasaba todos los meses de agosto de vacaciones cuando era pequeña", explicó Ribas. La autora conoce muy bien la zona y ese paisaje duro, que le parece "terrorífico" y "hostil", era ideal para una historia como la de la novela: "Un niño que, según la leyenda, nace maldito y su padre para salvarlo lo entrega a su abuela para que vele por él, y cuando es joven, consciente de la carga que pesa sobre él, tras haber perdido a las únicas personas que lo anclan a su tierra, decide abandonar Vistabella".

Ribas había situado inicialmente la historia en Galicia, donde hay un larga tradición de lobisomem. "No funcionaba, porque era un territorio que no era mío, me resultaba artificial", señaló la autora, quien al llevarlo al Maestrazgo crea "una leyenda nueva en un territorio aislado".

El origen de La luna de las minas, confesó Ribas, era "contar una historia sobre la emigración, pues en las novelas de Cornelia, sobre todo en la primera, Entre dos aguas, se apuntaba mínimamente la historia de los emigrantes españoles explicando el viaje de la madre y los problemas lingüísticos, pero siempre había sido una deuda pendiente".

Sin embargo, Ribas no quería una historia al uso de realismo social y fue así como surgió esta idea de combinar emigración con el licantropismo pues, "a menudo, al emigrante se le suele bestializar".

A pesar de que Ribas lleva ya 20 años en Alemania, está casada con un alemán y ha trabajado en la Universidad de Fráncfort, la escritora no se considera una emigrante económica, pero siempre será "extranjera".

La autora cuenta la historia de "Joaquín, alguien que se quiere marchar de su entorno y que al mismo tiempo huye de sí mismo, pero que en Alemania, trabajando en la mina, donde no llega la luna, ve más posibilidades para luchar contra la bestia que lleva dentro".

Sale de un pueblo donde está "estigmatizado y solo, con un ambiente opresivo, un control social y se va a un lugar donde nadie le conoce" y esa huida es una "liberación". Además, en la mina experimenta una "solidaridad inédita", esa relación entre los mineros tan estrecha que no se da en ninguna otra profesión, porque el trabajo es durísimo.

Ribas, que al meterse en la piel del licántropo ha huido de los estereotipos del cine, cierra la novela con "un punto de esperanza", depositada en una serie de "puntos luminosos" como esos compañeros de la mina o la joven alemana de la que se enamora.

"No quería hablar de la parte del hombre lobo que todos conocemos, yo quería mostrar su parte humana, qué le pasa a ese humano, y eso es precisamente lo que le convierte en el monstruo más interesante, porque es el más cercano en comparación con Drácula, los zombies o la momia", argumentó Ribas.

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