Crítica de Flamenco

Perseverante creatividad y virtuosismo flamenco

Vicente Amigo agradece al público de la Axerquía su aplauso, el pasado sábado.

Vicente Amigo agradece al público de la Axerquía su aplauso, el pasado sábado. / juan ayala

El guitarrista y creativo cordobés, que celebra sus bodas de plata en la profesión, se extasió una vez más en su terruño con Memoria de los sentidos el sábado pasado y, con el flamenco más canónico, clausuró en el Teatro Axerquía el 38 Festival de la Guitarra exhibiendo casi todos los temas de este estreno, reflejando la puesta en valor de su nuevo álbum, presentado en febrero del pasado año. Vicente Amigo gusta tanto a tantos que, aun tomando asiento con su sonanta y exponiendo los arcanos de la música que él disponga, no se quedarán atrás. No obstante, el contingente en cuestión de admiradores, y servidor entre ellos, nos felicitamos con profusión cuando presta atención a la bella música de esta tierra.

Caso del concierto que traemos a colación del enorme guitarrista, más laureado que un mariscal, recientemente con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y, entre otros muchos importantes, el siempre recordado premio Ramón Montoya en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de 1989 en Córdoba. Manteniendo, en su ya luengo recorrido, el prurito de no agotarlos pues, con aquel pone de nuevo su palmarés en todo lo alto y máxime si, como en este concierto, incluye algunos palos flamencos que emocionan al pleno del auditorio donde se festeja su recital. Cualquiera de ellos rebosó sabores, teniendo como broche el que ha dedicado a su poderoso enseñante, el genio Paco de Lucía.

De manera que Vicente Amigo comenzó acometiendo el adagio del Concierto de Aranjuez rematado por soleá, variadas rumbas, tangos, fandangos, bulerías apuntando seguiriyas y soleá, más tangos y muchas bulerías en el recorrido por las composiciones del nuevo álbum. Todo antes del bis final con Réquiem, pasando por Guadamecí y un bolero dedicado a su señora madre que, presente allí, con toda una avanzada edad atendía a su brillante hijo -según su cariñoso vástago-, y envidiada por muchos de los que no creemos llegar a ser tan longevos. Hermoso recital sobre el escenario del auditorio cordobés con Memoria de los sentidos, aplicándose con la prodigiosa y aseada técnica con la que se desenvuelve con el instrumento de seis cuerdas, logrando la increíble limpieza de acordes, falsetas y fraseos, extraídos con elegantes punteos, aplicando sus manos y dedos, como de sobra es conocido de este genial guitarrista.

Lo que hay que decir en justicia y beneficio de la encomienda de cada uno de los suyos es que aportaron todo el arte demandado por el maestro, y siempre a tope. De modo que en este punto, congratulados por el nivel profesional de quienes en el Teatro Axerquía dieron la talla el pasado sábado, hay que hacer una salvedad tras estos merecidos elogios. Por lo que a mi entender, he de argumentar con algunos peros, estimando lo que, a la sazón, también ha de ser considerado respecto a lo que el recital tuvo de reiterado y repetitivo soniquete de ritmo y compás durante dos horas de concierto, echándose en falta el juego que hubieran podido dar tantos otros palos de la baraja flamenca, de haber sido incluidos algunos más lisos y armónicos e incluso musicales como la malagueña, granaína, tientos, taranto, taranta, guajira y más que hay para elegir.

Esto, sin perjuicio de reconocer lo que in situ expresó el respetable enfervorizado con sus contundentes aplausos, facultando al virtuoso guitarrista y compositor Vicente Amigo para seguir creciendo en el universo flamenco e incluso en tantas otras músicas, alcanzando la gloria que no ha mucho le reconocían las figuras de mayor talla artística de ese género. Y desde luego la de su asegurada fiel audiencia, atentos como al principio decíamos, a sus siempre imaginativas creaciones.

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