Cine

Oscar: noche de fiesta (y de protesta)

Un cartel con el presentador de la gala, Jimmy Kimmel, anuncia en Hollywood la entrega de los Oscar.

Un cartel con el presentador de la gala, Jimmy Kimmel, anuncia en Hollywood la entrega de los Oscar. / EFE

Una madre desolada por la violación y el asesinato de su hija que decide pasar a la acción, cansada de la pasividad de las autoridades. Una joven marginal que fantasea con dejar atrás el entorno de sordidez y violencia gracias al patinaje, pero comprende que los sueños son inaccesibles si te consideran basura blanca. Una limpiadora muda que trabaja en unas instalaciones del Gobierno y en plena Guerra Fría se enamora de un monstruo marino. Una adolescente que en su último año de instituto sueña con una plaza en una prestigiosa universidad mientras se adentra en las complejidades de la vida. La editora de un periódico que se atreve a cuestionar la versión oficial sobre la Guerra de Vietnam.

Hollywood, que en tantas ocasiones relega a grandes actrices a mero ornamento, a ser simplemente la pareja del protagonista, ha ofrecido este año brillantes personajes femeninos, mujeres que llevan el peso de la historia, como los mencionados anteriormente y a los que han dado vida Frances McDormand (Tres anuncios en las afueras), Margot Robbie (Yo, Tonya), Sally Hawkins (La forma del agua), Saoirse Ronan (Lady Bird) y Meryl Streep (Los archivos del Pentágono).

El año en que las mujeres decidieron hacerse oír. Resulta simbólico que tal despliegue de talento coincida con la rebelión vivida en los últimos meses en la meca del cine, donde los escándalos de agresiones sexuales han llevado a alzar la voz de las mujeres y a denunciar los abusos de un poder en manos de hombres, encarnado en su vertiente más extrema por el productor Harvey Weinstein, un punto de partida para debatir también la falta de oportunidades y la desigualdad en la industria.

Gane La forma del aguaTres anuncios en las afueras, ninguna película acaparará toda la atención en la entrega de los Oscar que se celebra esta noche en Los Ángeles –madrugada del domingo al lunes ya en España–. En la ceremonia que presenta Jimmy Kimmel se hablará de los movimientos Me Too (Yo también) y Time’s Up (Se acabó el tiempo). Como hizo Natalie Portman en los Globos de Oro, alguien insistirá en la discriminación, y para ello podrá recurrir a datos significativos: por ejemplo, que Greta Gerwig, candidata por Lady Bird, es sólo la quinta mujer nominada en la categoría de dirección en las casi nueve décadas de historia de los galardones.

O que este 2018, por fin, hay entre los seleccionados en la mejor fotografía un nombre femenino, el de Rachel Morrison (Mudbound). Y entre los actores que entregarán algún premio esta madrugada se encuentra Ashley Judd, que no sólo sufrió los abusos de Weinstein sino también su veto para participar en El señor de los anillos. Kimmel, por cierto, tendrá una papeleta difícil ante todo esto: tratar con humor cuestiones tan espinosas. “Hay ciertos grupos de personas que piensan que no debería hacer chistes sobre la situación, y hay grupos de personas que se molestarán si no los hago”, dijo a la revista GQ.

Veteranía frente a juventud. ¿Recuerdan el gesto de pasmo que se le quedó a Adrien Brody cuando ganó el Oscar por El pianista y se impuso a los favoritos Jack Nicholson (A propósito de Schmidt) y Daniel Day-Lewis (Gangs of New York) Hace unas semanas, la coyuntura favorecía que el jovencísimo Timothée Chalamet (apenas 22 años) se marcara un momento similar en esta ocasión por su trabajo en Call Me by Your Name.

Los premios de la crítica de Nueva York, Los Ángeles o la National Board of Review lo nombraban el mejor actor del año. Pero las tornas cambiaron en cuanto empezaron a desvelarse los galardones de mayor repercusión, y ahí, Gary Oldman y su encarnación de Churchill en El instante más oscuro se mostraron implacables.

El Globo de Oro, el reconocimiento del Sindicato de Actores (SAG) o el Bafta indicaban que ha llegado el momento de respaldar a uno de los intérpretes más notables de su generación, el Sid Vicious de Sid y Nancy, el Drácula de Coppola, el Lee Harvey Oswald de JFK, que sólo contaba con una candidatura al Oscar previa a esta, por El topo. Oldman se ha erigido así en el favorito –siempre que las simpatías por Chalamet no le fastidien la fiesta– pero en su triunfo tendrá que superar también a otros rivales de peso. El primero, un Daniel Day-Lewis que se retira del cine y que además está inmenso en El hilo invisible. Y el segundo, Daniel Kaluuya, protagonista de ese ciclón llamado Déjame salir, una victoria inesperada pero no tan imposible para una película que combina el terror y la comedia, géneros poco dados a recibir premios, pero que está exhibiendo un inesperado músculo en los últimos meses. Y el Bafta a la estrella emergente que logró ante Chalamet nos dice que no habría que infravalorar a Kaluuya.

En la categoría de actriz protagonista, otra veterana lo ha ganado todo estas semanas previas: Frances McDormand. Pese a que ella ha expresado en alguno de los premios que “viene gente joven y necesita que le sujetemos la puerta”, su incontestable interpretación en Tres anuncios en las afueras ha dejado sin posibilidades otros trabajos memorables, los de Saoirse Ronan, que con Lady Bird aspira por tercera vez a un Oscar que debía haber ganado con Brooklyn; Margot Robbie, que confirma un talento indiscutible con su papel de la patinadora Tonya Harding; y Sally Hawkins, que sin recurrir a la palabra y con su marcada expresividad roba el corazón del espectador en La forma del agua. Ah, y el apartado lo completa la reina Meryl Streep, otra institución, con su nominación número 21.

¿Otro director mexicano? En los últimos años, México ha tenido una increíble fortuna en los Oscar, y en tres ocasiones la estatuilla al mejor director ha respaldado a un director de este país. Alfonso Cuarón inició la buena racha con su premio por Gravity, y Alejandro González Iñárritu continuó con sus galardones con Birdman y El renacido (más un Oscar honorífico que recibió este otoño por su instalación de realidad virtual Carne y arena). Y, ahora, nadie le discute a Guillermo del Toro su condición de favorito por La forma del agua, el título que cuenta con mayor número de candidaturas, 13. Seguramente, Tres anuncios en las afueras, bendecida por los Globos de Oro, los Bafta y los SAG, se haga con el premio a la mejor película (aunque el sistema de voto preferencial que se da en este apartado puede propiciar alguna sorpresa), pero su realizador, Martin McDonagh, no es candidato a mejor director. Y ningún galardón ha ido a manos del que parece el contrincante más fuerte de Del Toro, el británico Christopher Nolan. Su recreación de uno de los momentos más dramáticos de la II Guerra Mundial en Dunkerque deja sin aliento, sí, pero el autor de El caballero oscuro tiene muchos detractores...

México estará también presente a través de Coco, la producción de Pixar que muy probablemente será elegida mejor película de animación y que se ambienta en el país azteca en la celebración del Día de los Muertos. El actor Gael García Bernal, que dobla a uno de los personajes, y la cantante Natalia Lafourcade interpretarán durante la ceremonia una de las canciones del filme, Remember Me.

Otro país hispanoamericano, Chile, tiene sus esperanzas puestas esta noche en Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, candidata a mejor película extranjera, un apartado en el que la suerte podría recaer en la sueca The Square (una Palma de Oro en Cannes que tras perder el Globo de Oro no parece despertar mucho entusiasmo en Estados Unidos), tanto como en la rusa Sin amor (que este viernes se hizo con el César) o en la cinta chilena. Lelio, por cierto, ya ha metido cabeza en Hollywood: ha rodado Disobedience con Rachel McAdams y Rachel Weisz y un remake de su estupenda Gloria con Julianne Moore. Además, Daniela Vega, la protagonista de Una mujer fantástica, que sonó en las quinielas a las nominaciones a mejor actriz, presentará uno de los premios de hoy.

En busca del prestigio perdido. Los académicos no se han repuesto aún del bochornoso despropósito del año pasado, cuando Faye Dunaway y Warren Beatty concedieron el premio a la mejor película a La La Land pese a que la ganadora era realmente Moonlight. El error de un empleado de la auditora Pricewaterhouse Coopers, que entregó a los actores el sobre equivocado, acabó convirtiendo un entrañable homenaje a Bonnie & Clyde en su 50 aniversario en uno de los episodios más desconcertantes de la historia de los Oscar, el testimonio de que incluso los líderes en eso del show business podían cometer el estrepitoso fallo de un principiante. Según diversas fuentes, los organizadores de la gala han invitado de nuevo a Beatty y a Dunaway para reparar el daño y que anuncien otra vez el nombre del largometraje ganador. Si los rumores se confirman, el regreso de la mítica pareja será un buen cierre para una noche que promete, con las aguas de Hollywood revueltas, algunas emociones fuertes.

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