3ª de abono de la Feria de nuestra señora de la salud

Lección de novillero de Marcos Linares para cerrar la feria taurina en Córdoba

Marcos Linares da un pase de pecho al sexto mirando al tendido.

Marcos Linares da un pase de pecho al sexto mirando al tendido. / Miguel Ángel Salas

En la condición de novillero se entiende la obligación de salir a demostrar ambición, de exponerse en el ruedo, aprovechar cada oportunidad. En la novillada con picadores de Córdoba esa raza la puso Marcos Linares, sobe todo en el primero de su lote. Con la irreverencia de un chaval de 17 años, el novillero jienense no perdonó un quite, lució un variado repertorio de lances, mostró actitud y enganchó al público que escogió pasar la tarde de domingo en los tendidos. A su lado, Daniel de La Fuente y González Écija sus competidores en la terna, parecieron dos viejóvenes.

Testimonial entrada -lo esperado- en la tercera de abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud para ver a tres novilleros andaluces, ninguno de Córdoba, con la ganadería de Talavante. En estos días, la plaza se parece a una reunión en familia. Los padres se desentienden de los niños, que se pasan la tarde corriendo por el tendido, los fieles se saludan y se reconocen entre sí tertulieando sobre lo sucedido la tarde anterior: “aquí regalan las orejas y luego dicen de Sevilla”, comenta uno en voz alta, y se dejan ver entre el ambiente distendido figuras actuales del toreo como Juan Ortega.

Marcos Linares en el quite al segundo novillo. Marcos Linares en el quite al segundo novillo.

Marcos Linares en el quite al segundo novillo. / Miguel Ángel Salas

Reaparecía Daniel de la Fuente en Córdoba aún sin cicatrizar la cornada sufrida el pasado 1 de mayo en Talamanca del Jarama (Madrid). De tres trayectorias, una de 30 centímetros que llegó a la espina ilíaca, otra de diez que alcanzó la cara anterior del fémur y otros ocho centímetros hacia abajo, con lesiones musculares severas en sartorio y recto anterior. Por mucho menos, hay futbolistas que se pierden meses de la temporada. Es de reconocer, ahí está la verdad y el valor que hacen grande la fiesta.

El novillero sevillano pareció acusarlo en algunos tramos de sus dos faenas, se vio mejor en el leve cojeo al cruzar el ruedo una vez concluido el festejo. De la Fuente no tuvo su tarde. 370 kilos de peso salieron de toriles para abrir la novillada. No tiene por qué decir nada, pero se convierte inmediatamente en objeto de crítica si el toro pierde las manos dos veces antes de entrar al caballo. En el primero destacó un correcto tercio de banderillas -no es poco en esta feria- y alguna tanda por el pitón izquierdo, que permitió ligar el novillo. Duró más de lo que se esperaba y con la espada, pinchazo.

Daniel de la Fuente da un natural al primer novillo por el pitón izquierdo. Daniel de la Fuente da un natural al primer novillo por el pitón izquierdo.

Daniel de la Fuente da un natural al primer novillo por el pitón izquierdo. / Miguel Ángel Salas

Con el segundo de su lote, no tuvo oportunidad de enmendar la tarde. El cuarto fue el peor novillo, sin duda, al que de la Fuente le insistió de más. Sin emoción, la cosa se hizo larga, y quiso adornar con algunos desplantes. Lo mejor de su paso por el Coso de Los Califas, la estocada en el cuarto.

El lote de González Écija fue de juego desigual. El segundo de la tarde salió con fuerza, recibiendo el aplauso de gran parte de la plaza. El picador destrozó al novillo, que se fue diluyendo sin trasmisión en una tediosa faena con falta de ambición por parte de González Écija, muy despegado, sin la casta de un novillero. Para colmo, el de Talavante escupió el espadazo tendido del novillero astigitano que no tuvo más intención de entrar a matar. Descabello y siguiente. 

González Écija da un pase de pecho al quinto de la tarde. González Écija da un pase de pecho al quinto de la tarde.

González Écija da un pase de pecho al quinto de la tarde. / Miguel Ángel Salas

No hubo quinto malo, haciendo valer la expresión. Salió encastado y aguantó la lidia. Rodillas en tierra, Écija recibió con una larga cambiada en la que perdió el capote. Estuvo bien con capote y muleta, con varias series ligadas, acompasadas. Esta vez, mejoró en la suerte y cortó una oreja.

En el tercero, Linares sobresalió en su manera de torear con eternos muletazos por bajo, augurando un futuro de figura por delante. En el sexto, tiró de “amarrategui”, como se escuchaba decir a un aficionado, y perdió la oportunidad de abrir la puerta grande. Con la espada, fue un horror, preso de los nervios tras dos pinchazos previos, y clavó casi en la pata. Los nervios también son cosas de novilleros -no confundir con las prisas-. Dos caras de un Linares triunfador de la tarde.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios