La tarde tuvo sólo un nombre: Iván Vicente. Entró en el cartel sustituyendo a El Cid, que sufrió un esguince de tobillo, y demostró porqué se ha ganado una segunda tarde en la feria.
Anduvo firme y valiente con un manso peligroso que hizo segundo. Muy comprometido, aguantó miradas, tarascadas y arreones con firmeza. Tuvo mérito. El quinto fue un toro sin clase y descompuesto, pero aquí sí pudo Vicente imponer su mando, consiguiendo los mejores muletazos de la tarde. Largo por el pitón derecho en series de muletazos limpios y ligados, llevándolo muy tapado, dejando siempre la muleta en el hocico del animal para hilvanar el siguiente pase. Tardó el toro en doblar tras una gran estocada, y por ahí perdió la segunda oreja.
Aparicio no tuvo lote para el triunfo, ni él se comprometió demasiado. Talavente aguantó el tipo como pudo ante dos enemigos inservibles.
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