Una decena de temas fueron hace unos meses la razón de ser del producto discográfico Spain Forever, de Tomatito y Michel Camilo, que el pasado sábado atendimos en un concierto jazzístico y flamenco que se incluyó en el Festival de la Guitarra queriendo contribuir a celebrar el Año Camarón, al que durante su desarrollo no se nombró. Para los amantes de la música en general, no digamos para los seguidores del jazz actual, el relevante encuentro musical de ambos artífices destaca por su elevado nivel artístico, aunque los aficionados flamencos echásemos de menos otros ritmos y menos bulerías. No faltaron temas como Agua e vinho o Nuages de Reinhardt.

Incluyó también el concierto el recuerdo a De Lucía con Manhä de Carnaval. No obstante, en la consideración de que allí, en el Teatro de la Axerquía, a la luz de la inmensa luna también, brillaba para servidor la presencia de un guitarrista flamenco de postín, y dado que unos días antes la efemérides nos recordaba estos años sin el cantaor de la Isla de León, cómo perder la esperanza de que Tomatito hubiese dado de sí lo que es natural, en un terruño andaluz como este, donde se ama el arte de Niño Ricardo y a la legión de buenos guitarristas que viene dando esta tierra. Por ello, querer que mediase más el clásico que el admirable almeriense hubiese podido aportar, incluso con algún cantaor de los que rinden homenaje al extrañado personaje desaparecido, no es gana de fastidiar.

Pero, conste, los protagonistas y el público que ocupó en gran número su asiento en espacio tan espectacular estuvieron sobraos fuesen o no aficionados flamencos -la apoteosis musical que se instaló no requería esfuerzos-, también, por el enorme nivel y talento de Michel Camino, el otro virtuoso personaje artístico de la sesión, transmitiendo ambos con facilidad la emoción en una vorágine desenfrenada, cada cual con su instrumento y la especial talla artística que poseen y se les reconoce en todos los foros del orbe por los que pasan.