Festival de los Patios | Crítica

Flamenco con duende y colorido

Nueva cita con el flamenco en la Corredera a propósito del Festival de los Patios con Victoria Santiago La Tana al cante, empleándose con oficio, respondiendo a la destreza adquirida durante los años que viene ejerciendo su arte en foros múltiples del orbe gracias al predicamento que la ha llevado junto a los más diversos y ricos elencos de las figuras más destacadas.

Lugares comunes para cantarle a bailaores de la talla de Joaquín Cortés, Farruquito, Canales y otros talentos con los que esta gitana sevillana ha venido dando de sí, como también cantando alante con importantes tocaores.

Lo expuesto el pasado viernes respondió al jondo metal de voz, el fantástico dominio del compás y ritmo que no dejaba indiferente a nadie, quedando allí la firma de La Tana con envidiable sabor: cantes por soleá de Alcalá, Triana, Serneta y Jerez; tientos-tangos con ecos de Pastora, extremeños y Graná; cantiñas gaditanas y de El Pinini; y ya de pie, larga tanda de bulerías de Cádiz y ribetes de Caracol, alargándose al filo de escena con flamencas escobillas y vueltas de baile, para con visos de despedida estirarse agradecida con el personal, poniendo el broche a su intervención con fandangos naturales de El Torre, mientras el público aplaudía de pie.

La actuación de Belén Ariza, apasionada bailaora cordobesa de Baena, dio rienda suelta a su empaque flamenco junto a las profesionales que la escoltaron. Así, dominando conocimientos, se entregó en una conjunción de bailes comenzando con taranto rematado por tangos, consiguiendo que el aforo, de entrada, detuviera la respiración.

Una exhibición artística que puso en juego su elegante figura vistosamente engalanada con vestido de ligeros volantes fucsia y negro, conjuntada con manila granate. Y, a base de movimientos precisos en zapateados y desplantes, proyectó su perfil a través de pasos y armoniosas mudanzas, luciendo de cintura para arriba.

Así, mientras el grupo acometió una tanda de bulerías, se retiró para cambiarse y comparecer de nuevo ya ataviada de blanco y lunares grana con remate de volantes a los pies, para entregarse con abundantes cantiñas de Cádiz, y concluir con el fin de fiesta, donde el público la ovacionó sin querer dejarla marchar.

Así llegó la clausura de otra noche flamenca de clima agradable en tan primaveral marco callejero de Córdoba, inundado del atrezo de luz de una luna llena que no se perdió ocasión flamenca con tanto arte.

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