Cultura

Ferrera alegra la tarde con un trago de 'Tequila' de garrafa

  • El extremeño consigue el único trofeo por una actuación con garra, que remata con un volapié de efecto rápido; entre tanto Esplá y Encabo se marchan de vacío

Corrida de banderilleros con tres toreros experimentados: Luis Francisco Esplá, Luis Miguel Encabo y Antonio Ferrera, que se las vieron con una corrida de Pereda, en conjunto bien presentados y deslucidos. El triunfador, por su gran entrega y garra, fue el extremeño Antonio Ferrera, premiado con el único trofeo concedido en el espectáculo en el que cerró plaza.

Con este sexto, Tequila, el animal de mayor peso -573 kilos-, alto, sin entrega, que acudía con la cara alta, Ferrera puso toda la carne en el asador. El animal, áspero por su carencia de clase, llegó en sus manos a parecer, en algún momento, hasta bueno, debido a su movilidad. Pero en modo alguno se entregó ni humilló lo más mínimo. El espada fue premiado con una oreja, petición, algo protestada, en la que primó su eficacia en un eficaz volapié, del que rodó pronto el toro. También fue ovacionado fuertemente en los lances de recibo y en tres pares de banderillas, espectaculares, destacando el segundo, que prendió en la cara tras un quiebro de espaldas, un tercero al quiebro y prendiendo un primero a cabeza pasada. Fue un actuación en la línea de un guerrero Ferrera, en la que por otra parte no cabían exquisiteces con la franela. Ferrera se impuso claramente al tercero, de enorme astas arremangadas, que se rajó de inmediato y pasó a la defensiva.

El veterano Luis Francisco Esplá se dio un paseo por su plaza, Las Ventas, sin apostar decididamente por ninguno de los astados de su lote. Molestado por el viento, su labor fue de puro trámite con el manso que abrió plaza, en el que únicamente se lució en un par de poder a poder, ganando la partida a sus compañeros, a los que invitó a banderillear. Al manejable cuarto, ni siquiera lo quiso banderillear, con las protestas del respetable, y lo pasaportó tras un trasteo insulso.

Luis Miguel Encabo cumplió con un mal lote. Dio la talla con un primer oponente que embestía descompuesto por el pitón derecho y por el izquierdo era manejable. Mató con seguridad. En banderillas hubo espectáculo, prendiendo en corto Ferrera, por los adentros Esplá y al cuarteo de afuera adentro Encabo. El picador Rafael da Silva estuvo a punto de estrellarse contra el estribo en un derribo en la primera vara. Encabo, ante el deslucido quinto, que se quedaba cortísimo, se mostró fácil y efectivo con los palos y se justificó con la franela. Con los aceros, falló.

El público, que acudió a la llamada de las banderillas a gogó, sin límite, vibró fundamentalmente al final, cuando Ferrera se sintió el rey de una función que parecía más una solemne y fría cantata que un alegre corrido y, a lo macho, con redaños, alegró la tarde con el último trago de un desclasado Tequila de garrafa, al que le sacó todo el partido.

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