Letras

Castilla del Pino ingresa en la RAE con una lección sobre la reflexión

  • El psiquiatra y escritor gaditano realizó en su intervención una breve semblanza de Camilo José Cela, a quien sustituye en el sillón Q de la institución.

Carlos Castilla del Pino es ya oficialmente uno de los miembros de la Real Academia Española (RAE). El psiquiatra gaditano afincado en Córdoba desde hace medio siglo,elegido académico de la Lengua en junio del año pasado, leyó ayer su discurso de ingreso en la sede de la institución madrileña, que llevaba por título Reflexión, reflexionar, reflexivo, una disertación sobre el modo en que los seres humanos analizan sus actuaciones.

El médico y escritor, que centrará su investigación en la RAE en la contribución a la renovación del léxico en las áreas de la psiquiatría y la psicología,comenzó su intervención con el agradecimiento por su nuevo status,ya que “ni en mi fantasía me había visto miembro de esta Real Academia Española”.

Castilla del Pino, que tuvo unas palabras para José Luis Pinillos, José Luis Sampedro y Emilio Lledó (los académicos que propusieron su candidatura), quiso recordar, antes de meterse de lleno en su discurso, a Camilo José Cela, quien ocupó el sillón Q que ahora le corresponde al psiquiatra. Castilla del Pino evocó ante el auditorio cómo conoció a Cela en el Café Gijón en el año 1946 y el modo en que luego siguió su trayectoria literaria, que ya era “contundente”. El nuevo académico destacó determinados rasgos de la escritura del autor de La colmena, contando alguna anécdota de aquellos años.

En cuanto a su discurso de ingreso, Castilla del Pino quiso comenzar distinguiendo entre tres formas de reflexión: la anticipación (prever una situación en la que se tiene que actuar),o como él la llama,la prolepsis; la retrospectiva (analizar las actuaciones del pasado) y la actualizada (reflexionar al mismo tiempo que la actuación). Además comentó el modo en que “las actuaciones se reflejan para que reflexionemos” y cómo el sujeto puede así tomar conciencia de sí mismo y corregirse. Las tres formas de reflexión se alternan a veces,según el psiquiatra; o se simultanean otras. Esto es posible gracias a la versatilidad que posee el cerebro humano, entendiendo por este término la capacidad de este órgano en acometer multitareas.

El académico advirtió que la reflexividad es una actuación que no sale del mundo mental, y que el análisis que él mismo ofrece se justifica no desde el punto de vista gramático,sino desde el del usuario del lenguaje,que es lo que le interesa a un psiquiatra, puesto que sería imposible establecer un diagnóstico si el sujeto no hablara. Incorporó a su discurso la teoría de la identificación (cómo nos identificamos con otra persona porque suponemos que ésta piensa de nosotros lo mismo que nosotros pensamos de ella),así como la proyección (cómo colocamos al otro en el lugar imaginario que nos interesa). Aquí comentó el caso de las personas suspicaces (los que piensan que los demás no tienen otra ocupación que la de pensar en él) y apuntó que toda proyección es,en cierta forma, una forma de delirio.

Otros puntos del discurso de Castilla del Pino se centraron en el desdoblamiento que hace el sujeto al reflexionar (reversible,en el caso de los cuerdos,ya que por un lado está el sujeto real y por otro el reflejo de sí mismo cuando analiza sus actuaciones),así como en los usos del modo subjuntivo de los verbos, que implican “la expresión de una actuación,o no realizada, pero que podría serlo,o no realizada pero realizable,pero en ambos casos imaginaria”. Respecto a la idea del delirio como desdoblamiento de la persona,dejó claro también que cuando el sujeto delira se transforma a sí mismo y a los demás (porque el delirante necesita que los otros confirmen su delirio).

Carlos Castilla del Pino presumiblemente propondrá a los académicos términos acuñados por él mismo como es el caso de histerolepsis (situación que se produce cuando un sujeto llega tarde a la realidad,en el sentido de que no logra atraparla desde el punto de vista cognitivo, es decir, “sin conseguir saber qué es”, como apuntó el médico en cierto momento de su intervención, relacionando este fenómeno con la expresión “esto me sobrepasa”, que indica la incapacidad de la persona para enjuiciar una determinada situación).

El académico terminó su discurso argumentando que con estos procesos reflexivos, las personas “vamos a la realidad exterior para tratar de hacer en ésta aquello que imaginábamos. Nada menos que el proyecto de nosotros mismos”.

Por su parte, el académico José Luis Pinillos contestó a Carlos Castilla del Pino con un discurso en el que definió al autor de Pretérito Imperfecto como “un amigo por el que desde hace muchos años he sentido una profunda estimación”. Pinillos destacó que Castilla del Pino fue un lector precoz y un profundo admirador de la obra de Santiago Ramón y Cajal, llegando a trabajar junto a los representantes que quedaban de su escuela, además de tomar contacto con la neuropsiquiatría alemana.

Para José Luis Pinillos, el hecho de que Castilla se interesara por la psiquiatría y el mundo médico en general tiene relación con el mundo conflictivo que le tocó vivir durante su formación: la revolución de Asturias, la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. Pinillos también resaltó la memoria “envidiable” de Castilla del Pino, su defensa de la Universidad (aunque ésta no estaba pasando por sus mejores momentos) y la presencia de una “finalidad moral en sus conocimientos y en su práctica psiquiátrica”. También hizo referencia a la tesis doctoral del psiquiatra, Fisiología y patología de la percepción óptica del movimiento, y afirmó ante los presentes que el nuevo académico aportó, entre otras cosas, “una nueva manera de entender” su disciplina.

Pinillos se detuvo en la época en la que el médico se estableció en Córdoba (después de que a través de unas oposiciones lo nombraran jefe de los Servicios Provinciales de Psiquiatría e Higiene Mental de la ciudad, cargo que desempeñó desde 1949 hasta su jubilación). De igual modo, señaló cómo por la provincia cordobesa pasaron figuras ilustres, y aseguró que el nombre de Castilla del Pino “quedará en la historia de esta ciudad insigne hermanado con el de los notables que le han precedido”.

También tuvo tiempo de recordar una anécdota de los años 70, cuando estando él en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid, los alumnos le pidieron que trajera al psiquiatra para dar una conferencia. La sesión causó furor entre el público. El académico terminó aludiendo a la Teoría de los sentimientos de Castilla del Pino, una obra que conlleva un glosario de términos que demuestran que “en este juego de las palabras, Castilla es un maestro”.

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